Del amago de retirada a semifinales en NY

■ Pablo Carreño, nacido hace 26 años en Gijón, disfruta de un éxito que recompensa mucho tiempo de dedicación y sufrimiento. Formado en el Grupo Covadonga, donde jugó mucho tiempo en pista dura, se fue con 15 años al Real Club Tenis Barcelona. Allí le surgió un grave problema en 2012. Una hernia discal le tuvo siete meses fuera. “Solo había dos opciones: intervenir o dejar el tenis. Al final decidí operarme porque yo quería seguir jugando. Por suerte me ha ido bien”. Lo contó Carreño en una entrevista de El País.

Tras aquella lesión, en 2013 jugó 29 torneos y 112 partidos entre Futures (40), Challengers (44), previas (14) y ATP (14), datos que recopiló Mundo Deportivo. Así pasó del puesto 757 al 64, una subida de 693. Por esa machada se llevó el premio al Jugador Más Mejorado. Los dos años siguientes tuvo paciencia y siguió alternando competiciones. Hasta que en 2016 se fue a la Equelite Sport Academy de Villena (Alicante), dirigida por su ídolo, Juan Carlos Ferrero. Habitual en las eliminatorias de Copa Davis (dio el punto del triunfo a España contra Croacia), su tenis creció y llegaron los primeros títulos: Winston Salem y Moscú, en pista dura.

Se lleva muy bien con Nadal, que aseguró de él que tiene “madera de campeón”, pero su espejo es Ferrer, porque da “lo máximo con lucha y pundonor”. Dicen que tiene “cara de ángel” y que es “una excelente persona”. Y es del Sporting.