¿Quién quería vender a Bale?

Los debates futboleros abrían bocas que Bale se ha encargado de cerrar. La tan cacareada (y justa) libertad de expresión, al poder en la calle: “Bale está dormido, juega parado”. Dejen dormir al león y dejen dormitar a Homero de vez en cuando (al despertar, el poeta ciego de Esmirna nos dejará dos perlas insuperables de la época antigua: la Ilíada y la Odisea). Cuando despierte el león de Gales... ¡pies para qué os quiero! Se ha dicho siempre que la memoria es frágil. ¿Recuerdan la galopada y el gol de Gareth por la banda izquierda en la final de Copa contra el Barcelona? Y otra obra de arte: ¿la suspensión en el remate de cabeza que sentenció la final de la décima Champions en Lisboa contra el Atlético de Madrid? Fueron dos odas al noble deporte del balompié.

En Anoeta, la exquisitez de su gol ante Rulli tras la maratón de 70 metros quedará en los anales. ¡Y la Real venía ganando todo con solvencia! Cesen los entendidos en esas opiniones gratuitas y carentes de sentido y dedíquense a saborear los pocos (y rentables) momentos de gloria que nos ha dejado el galés. Él deja palmariamente demostrado que las objeciones tienen un aplastante correlato: las refutaciones con goles. El fútbol y Bale también entienden de discursos. José H. Martínez

Madrid