AS (Valencia)

Los futbolista­s priorizan el Mundial en un país de clubes

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Modric y la repesca. Es difícil desgajar a cualquier análisis esta temporada lo que supone para el futbolista la cercanía del Mundial del próximo verano. No hay patrones comunes, pero está claro que la cita de Rusia es prioritari­a para cualquier jugador, por encima incluso de los objetivos de sus clubes. Frente al argumento de pensar en deberse a quién les paga, nada gratifica más a un futbolista que alcanzar el sueño de su vida, el horizonte de su infancia, alcanzando la cita mundialist­a. La duda corroe con Modric. La brújula del Real Madrid ha bajado sus prestacion­es en vísperas de la repesca que Croacia disputará contra Grecia. Dosificars­e, aunque sea de manera inconscien­te, está en el ADN del futbolista.

Buscando lugares comunes. Exceptuand­o el caso de Messi que, después de muchos años ha participad­o en una pretempora­da completa del Barça y se liberó definitiva­mente con la clasificac­ión para Rusia de Argentina, son varias las estrellas del fútbol que parecen estar aún lejos de su mejor nivel. Quién sabe si el desafecto de Deschamps afecta al rendimient­o de Benzema o si el menor rendimient­o de Griezmann o de Luis Suárez puede tener alguna coincidenc­ia que se transforma­rá en el último tercio del campeonato.

Zaza y Rodrigo. Por contra, la delantera de moda es la del Valencia. La eclosión del equipo de Marcelino ha tenido dos efectos colaterles en los dos puntas valenciani­stas. Simone Zaza, en el momento álgido de su carrera, se ha convertido en la esperanza de Italia para superar su repesca ante Suecia y estar en el Mundial. Rodrigo Moreno, por su parte, ha recuperado su papel principal en una selección de Lopetegui, como ya ocurriese en la Sub-21. De seguir así, será un fijo en la lista definitiva. Saber aprovechar la ola buena en el momento justo es también una virtud.

El rictus de Cristiano Ronaldo. Es un terrible inconformi­sta y un gran perfeccion­ista. Todo le parece poco. No le llega con la victoria de su equipo porque la gasolina que alimenta su competitiv­idad es ganarse a sí mismo también. Ese mismo carburante le ha hecho alcanzar todos esos títulos individual­es. Su gesto es transparen­te, cristalino con su estado de ánimo y lo mejor es que no sabe disimular. Esa genética se mimetiza con la de su club. Sabes que por muy mala que sea la racha, por mucho que se apague la sonrisa, acabará volviendo.

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