Que no se constipe Messi

Momentos antes de que Messi entrase al terreno de juego, Alcácer, uno de sus buenos colegas de vestuario, hizo el primer gol. Las poco menos de 50.000 personas que acudieron al estadio aplaudieron el gol con alegría, aunque guardaron fuerzas para la ovación de la noche. Esta fue, cómo no, para el ingreso de La Pulga. Valverde, como hace dos semanas en Turín, decidió decirle a Messi que el partido grande de la semana es el del domingo contra el Villarreal. Allí no se puede fallar después de dos empates. Si juega con fuego, lo normal es que se acabe quemando y nadie está para ponerse más vendas de las necesarias en el Camp Nou.

Lionel es la diferencia. No sólo del Barça, sino del fútbol. Cada versión suya es mejor a la anterior y las actualizaciones van de partido a partido. Así, la evolución futbolística del argentino es imparable y sus arrancadas son brutales por la potencia que derrocha. Nadie puede con él. Ayer, otra vez. En la media hora que estuvo en el campo, jugó e hizo jugar. Los más de 3.000 seguidores portugueses, conocedores de la victoria de la Juve, querían verlo en el campo. Saben que es un espectáculo y que por eso pagaron una entrada. Algunos quisieron castigarle cantándole a Cristiano, pero hasta el actual Balón de Oro, canterano del Sporting, sabe que Messi es el mejor jugador del planeta y posiblemente de la historia.