El Sevilla necesita un punto para ir a octavos

Si gana al Maribor y tropieza el Liverpool, primeros

Subido en una ola de optimismo por los últimos resultados pese a ciertos impactos que han golpeado al vestuario como la enfermedad de Berizzo o el conflicto interno de Nzonzi, cada vez más cerca de salir, el Sevilla llegó ayer a Maribor en busca de un tesoro en forma de punto que significaría su clasificación para los octavos de final de la Champions por segundo año consecutivo. El Sevilla ni siquiera descarta la primera plaza. Una victoria ante los eslovenos combinada con un tropiezo del Liverpool ante el Spartak le haría líder de grupo. Hay una espina muy profunda clavada en el vestuario por la eliminación de Leicester. El Sevilla todavía está esperando para cobrarse esa deuda y, al fin, superar el umbral de los octavos de la vieja Copa de Europa. No lo hace desde 1958.

Pese a que de fondo está el Bernabéu, Marcucci no se va a guardar nada en Eslovenia. La ausencia de Nzonzi le ha permitido probar el triángulo Pizarro-Banega-Vázquez y la fórmula funciona. Sarabia y Nolito han adelantado por diversas cuestiones a Correa y Navas y arriba, Ben Yedder y Muriel pelean por un puesto. La ventaja es para el francés, que le hizo un hat-trick en la primera vuelta a un Maribor cuyo nivel está lejos del Sevilla y que además acumula numerosas bajas. Los locales se juegan el honor.

El Sevilla se sabe cerca de un objetivo que por momentos se complicó después de la terrible noche de Moscú. El 5-1 supuso un punto de inflexión para un equipo que, sin terminar de llenar con su fútbol, sí vuelve a demostrar estos días su fiabilidad extrema en resultados. Los púrpuras del Maribor apenas tienen amenazas y además han perdido a Mesanovic. Un clásico, Tavares, es su gran peligro. Ha marcado seis goles en sus últimos siete partidos. Parece demasiado poco como para hacer preocupar al Sevilla. Sin embargo, lo más recomendable es permanecer alerta para estar el lunes en el bombo de Nyon.

Nzonzi Su caso, sin aparente marcha atrás, da el mando a Pizarro