AS (Valencia)

Bacca definió; Trujillo desquició

El Valencia sufre su primera derrota del curso en casa Penalti no señalado por manos de Trigueros El Villarreal le tiene tomada la medida a Mestalla

- CONRADO VALLE REPORTAJE GRÁFICO ALBERTO IRANZO Y DAVID GONZÁLEZ

El Villarreal, con un gol de Bacca, se llevó un apasionant­e derbi. Tenso e intenso, y que tuvo en la actuación de Trujillo Suárez su lunar. El Valencia de Marcelino sucumbió por primera vez en Mestalla y dice “Bon Nadal” en crisis de resultados, que no de sensacione­s. Tres derrotas en cuatro jornadas; 4 puntos de 20. Los de Calleja, por su parte, confirman que le tienen tomada la medida a Mestalla -tercera victoria consecutiv­a- y reafirman su escalada. Se acercan al Sevilla y a la zona Champions.

Bacca tuvo la definición que le faltó a todo el Valencia; mientras que Trujillo Suárez perjudicó a los ché como colegas suyos le habían beneficiad­o recienteme­nte, pero con el añadido de que al tinerfeño se le fue el partido sin saber él muy bien cómo. Con VAR en Mestalla, posiblemen­te, no se hubiera dado por válido el gol de Bacca, que arrancó en posición de fuera de juego (aunque difícil de ver en directo); y, esto sí seguro con VAR, se hubiera lanzado al menos un penalti, el que cometió Trigueros por manos, al lanzarse cual Superman en su afán de evitar un remate de Rodrigo. Y la verdad, Trigueros logró su cometido por el error del arbitro. Ni un pero, eso sí, a un gol anulado a Rodrigo. Lato, que fue el jugador que le dio el pase, estaba en posición de fuera de juego cuando recibió el balón tras disparo de Montoy arechace de Sergio Asenjo.

Árbitro al margen, o con él mediante, fue un derbi eléctrico; en el que el método Calleja funcionó a la perfección en la jugada del 0-1, donde más allá de que Bacca saliese centrímetr­o arriba o abajo de la línea que marcaba Gabriel, el tiralíneas de Castillejo, Fornals y el colombiano fue tan preciso y conciso como el ‘sí quiero’ de una boda.

A partir de ahí, el Villarreal se puso en modo superviven­cia. Era lo cómodo y lo que reclamaba el partido. Con Rodrigo y Álvaro achicando agua a diestro y siniestro en la medular y Sergio Asenjo cual molino cervantino. La parada del guardameta, en una ocasión que tuvo Zaza, fue grandiosa. Por su dificultad y su espectacul­aridad. Salió con todo y aguantó como un torero de rodillas para enviar al limbo el balón y la mejor ocasión que tuvo el delantero italiano.

Casi a renglón seguido, llegó precisamen­te la expulsión de Zaza. En apenas dos minutos el italiano vio dos cartulinas amarillas. La segunda por llegar tarde, mal y con exceso de fuerza a la disputa del balón. La primera, eso sí, totalmente evitable. Trujillo Suárez, que para entonces ya tenía a Mestalla desquiciad­a, le amonestó por reclamar con aspaviento­s unas manos de Mario en el área que realmente no lo fueron.

Ahora sí, el Villarreal tenía el partido donde quería. O al menos donde hubiera deseado. Pero con superiorid­ad, el Villarreal no jugó bien sus cartas. Fue la fase en la que los de Calleja menos balones recuperaro­n y en la que más perdieron, a quien los cambios le dieron algo de frescura para llegar a Neto, aunque nula definición.

¿Y el Valencia? Pues poco se le puede reprochar en cuanto a actitud y derroche. Buscó el empate con ahínco y constancia cuando eran ‘11’ y con orgullo y sin aliento cuando se quedaron ‘10’. Incluso la expulsión de Trigueros, en el minuto 83, le dio un último chute de adrenalina para no tirar la toalla antes de tiempo, algo que nunca hicieron. Ni contra el Villarreal ni tampoco frente al Getafe y Eibar. Los de Marcelino, eso sí, han perdido algo de chispa y ejecución en los metros finales. Sus llegadas son más previsible­s, se notó la ausencia de Gayà en faceta ofensiva, y, en general, a los blanquineg­rosles va más la cabeza que las piernas. Aún así Marcelino solo hizo un cambio. Y el mercado de enero abriéndose en semana y media.

La fortuna, además, se le fue allá por noviembre. Porque el larguero primero evitó el gol de Paulista, Rodrigo se resbaló a un metro de Asenjo y, en el último suspiro, el balón quedó muerto en el área, cayéndole a Neto y no a cualquier otro. El brasileño, que había subido a la desesperad­a a rematar un córner, lo envió a las nubes. Eso sí, sólo había que escuchar a Mestalla para darse cuenta que la gente valoró el esfuerzo de los suyos. Ello y el desquicio del respetable por la actuación de Trujillo Suárez.

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ROJA. Marcelino habla con Zaza, expulsado.

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