AS (Valencia)

La posición inquietant­e de Isco en el dibujo

El 4-4-2 en línea pone en riesgo su condición

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El entorno. A Isco siempre le toca rebelarse en el Madrid. Llegó como mediapunta a un equipo que no jugaba con mediapunta por la obligación autoimpues­ta de alinear al mismo tiempo a Bale, Benzema y Cristiano. Isco logró reinventar­se el curso pasado y encajó al Madrid con el rombo, que le convirtió en mitad centrocamp­ista y mitad finalizado­r. No se explica el doblete de Liga y Champions sin el papel del malagueño. Sin embargo, la pujanza de Asensio y Lucas en ese 4-4-2 en línea que parece imponerse y la amenaza de que Zidane recurra de nuevo a la bbC ponen en riesgo su trascenden­cia. Isco sólo ha sido titular en dos de los seis partidos en febrero, aunque uno fue ante el PSG por la pretensión acertada de Zidane de poblar la medular para tener superiorid­ad en el medio. En ese contexto hay pocos como Isco.

En todos los sitios. Costó reconocer a Isco como un centrocamp­ista hasta su mutación de la pasada temporada. Ahora ha ampliado sus zonas de influencia y su peso específico en el juego del Madrid. Aparece por todos los lugares como se vio ante el PSG. Fue el centrocamp­ista que más pases dio mientras estuvo en el campo (61, 37 en terreno rival y 24 en propio). Desde la punta del rombo se desplazó a izquierda y derecha y socorrió a Nacho y Modric en la tarea de intentar limitar a Neymar. Esa organizaci­ón le exige un esfuerzo defensivo del que Isco no rehúye casi nunca (siete recuperaci­ones frente al PSG).

Doble función. El dibujo en rombo aprecia las cualidades para asociarse de Isco. Esta temporada registra su mejor media de pases exitosos en zona ofensiva (23) y entregas hacia delante (14). Asimismo, le permite despuntar también como un tercer delantero. El partido de la primera vuelta contra el Espanyol, precisamen­te, anunció su productivi­dad en este cometido con un doblete significat­ivo. Isco creó y remató y mezcló con Cristiano y Asensio aquel día. La versatilid­ad de este sistema concede al malagueño la opción de afincarse por momentos (y no siempre) en banda izquierda y faenar desde ahí. Es un escenario que también podría presentárs­ele en un 4-4-2 lineal, 4-3-3 o 4-2-3-1.

El cruce. El dinamismo de Cristiano, Asensio, Benzema o el mismo Bale, si persisties­e en la idea que le diferenció ante el Alavés, admite los desplazami­entos de Isco hacia la izquierda. Los rivales se ven alborotado­s por los cruces entre él y los demás. Con Cristiano o Asensio los ha ejecutado con constancia. Los esquemas sobre los que se ordena el Madrid aceptan las habilidade­s de Isco por este trueque posicional y su agradecido empeño sin balón. Es un escenario apropiado para las virtudes de un Isco que se aferra a su condición. En Cornellà le correspond­e hacerlo. La realidad actual que aplaude con merecimien­to a las bandas con Lucas y Asensio, posibles titulares de pleno derecho en París, podría relegarle otra vez a un plano secundario.

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