AS (Valencia)

El Bayern saca músculo

El Sevilla, sin piernas y sin suerte ● Los dos goles del Bayern, en dos despejes fallidos de Navas y Escudero ● Hará falta una gesta en Múnich

- JUAN JIMÉNEZ

El Bayern sacó músculo y al Sevilla le fallaron las piernas. Tal vez por eso, lo que por minutos apuntó a noche mágica en Nervión terminó en bajón general (1-2). Este Bayern es mucho más humano que el del triplete de 2013, pero conserva su condición de jerarca del fútbol europeo, un estatus que le permite mantenerse en pie cuando se siente amenazado. Y que tiene esa pizca de fortuna que tradiciona­lmente acompaña a los grandes, segurament­e porque también se la procuren. Estuvo el ogro alemán apretado con el gol de Sarabia. Ardía el Sánchez Pizjuán con el 1-0 y el Sevilla estaba incontrola­ble. Desatado y con esa fe y ambición que le ha dado estos meses Montella.

Fue entonces cuando Ribéry se asomó de puntillas por el pasillo del extremo izquierdo, ese en el que ha hecho diabluras toda su carrera. El que sufrió España en el lejano Mundial de Alemania o el que sufrieron Madrid y Barça en las semifinale­s de 2012 y 2013 respectiva­mente. El centro del francés tocó en el pie de Navas. El 1-1 resultó un alivio gigantesco para un Bayern que había encajado un gol, se había salvado de otro de Sarabia, acumulaba una tarjeta clave (Bernat) y había perdido por lesión a Arturo Vidal. Ribéry volvió a aparecer en la segunda parte para encontrar a Thiago, que clavó otro puñal también desgraciad­o para el Sevilla por el toque fatal de Escudero. Pero por entonces, el Bayern ya sí era superior. Gobernado por Javi Martínez y el mismo Thiago, ambos ayudados por el buen pie de James, se había quedado con el balón. Sin Banega, el Sevilla empezó a acusar el terrible esfuerzo del partido del sábado. En el fútbol de superélite de estos días, jugar contra Barça y Bayern en un espacio de tres días es una condena.

Pero volvamos al principio. Montella sorprendió con David Soria en la portería en vista del nuevo episodio de dudas de Sergio Rico contra el Barça. Su equipo, sin embargo, volvió a resultar reconocibl­e y audaz. El Bayern, que salió sin Robben, pareció algo desbordado por el ambiente y la valentía de un equipo que exploró las debilidade­s de Kimmich en el lateral. Escudero, Mudo Vázquez y Correa triangular­on con determinac­ión y mientras todo el Bayern se volcaba hacia su derecha para defender las embestidas de los dos zurdos y el argentino, Sarabia campaba a sus anchas mano a mano con Bernat. Primero, falló un gol cantado. Zurdo, aunque con buen golpeo con la derecha, el golpeo de empeine no fue el adecuado para que cogiese curva. Minutos después se desquitó con un zurdazo fabuloso.

Ribéry se puso el traje de bombero y apagó el fuego que empezaba a quemar a Heynckes en el banquillo. Lo que pasó en la segunda parte responde al cansancio acumulado y permite poner en la balanza la profundida­d de las plantillas. El Bayern fue capaz de cambiar a un jugador por línea (Rafinha, James y Robben), mientras que Montella, que lleva meses jugando con doce o trece jugadores y sólo tenía fe a Muriel, permanecía inmóvil y sin reacción mientras la afición se lo comía pidiéndole cambios. El italiano no tiene fe en el resto de la tropa.

El Sevilla tuvo un último aliento de orgullo llevado por su gente aunque quien le salvó fue Soria en un par de acciones, especialme­nte un paradón a un muy mejorado Javi Martínez. El resultado es un espanto y más cuando espera la guarida de Múnich. Pero el resultado necesario es el mismo que en Old Trafford. Pongámonos en la operación milagro de Múnich.

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