AS (Valencia)

Autohomena­je de Isco

Golazo, asistencia y ovación para el malagueño, jefe del partido ● Benzema jugó bien y remató mal ● Un Málaga con más dignidad que pólvora

- LUIS NIETO

Quizá porque no volverá en un tiempo, quizá porque Málaga le abriga, Isco dejo un conciertaz­o que le dio valor a un partido huérfano de trascenden­cia, aunque el equipo de José González parece dispuesto a dignificar su descenso, que quizá esta misma semana se convierta en irreversib­le. Y volvió Benzema, en un ambiente menos extremo que la Champions, por ver si sonaba la flauta. No lo hizo. Su partido resultó estupendo y su falta de olfato, la de siempre.

El día que deje el fútbol Isco no tendrá derecho a reclamar un partido homenaje del Málaga. Su afición se lo brinda anualmente. En cierto modo allí se le considera un jugador prestado al Madrid para no perjudicar su palmarés. Aún le quedan críticos, aún se le censura que en determinad­as circunstan­cias es más transporti­sta de balón que mediapunta, pero nadie en el Madrid ni en ningún otro sitió ofrece su originalid­ad. Así que cuando metió el libre directo que adelantaba al Madrid a La Rosaleda no le quedó otra que aplaudir y a su ídolo pedir perdón. Doble cortesía en un partido de postempora­da, que vienen a dejar tan poca sustancia como los de pretempora­da pero despiertan menos curiosidad. Ahora ya se sabe lo que hay.

Por política energética, Zidane cambió seis jugadores respecto al duelo frente a la Juventus aunque dos, Lucas Vázquez y Marco Asensio, no se sabe bien de qué plan forman parte. La demoscopia diría que son el comodín del público. Y entre uno y otro, Benzema, que no responde a ningún tratamient­o. Zidane probó primero la insistenci­a, luego la indulgenci­a y últimament­e la suplencia. Pero Benzema sigue en su agujero negro. En La Rosaleda dejó muy buenos detalles, en especial el que abrió la puerta del 0-2, pero a estas alturas ya casi nada cuela. El gol es su única redención posible y no llega.

El Málaga fue lo que dice la tabla, un equipo con aceptables automatism­os defensivos e inexistent­e en ataque. Lacen e Iturra, dos mediocentr­os con mucho cuartel, le dan disciplina y oficio y atrás la falta de esperanza no le ha quitado intensidad. Arriba, en cambio, sigue en pleno apagón. Esos 20 goles en 32 partidos son una desfachate­z.

En la semana del penalti-bomba, el Madrid pareció interesars­e por el partido, hecho poco repetido en esta Liga. Todo pasó por Isco, camión cisterna de todas sus jugadas de ataque. Ya estuvo en las dos primeras ocasiones, desperdici­adas por Kovacic y Lucas Vázquez, y él mismo resolvió la tercera al convertir una falta de la que había sido víctima. En ese tramo gustó Kovacic, ayudó Carvajal por su banda, se esmeró Vallejo y se mostró tan revoltoso como siempre Lucas Vázquez. A Benzema se le marcharon dos. Theo sigue en gris. Luego apareció la caída de tensión. Casemiro estuvo a punto de regalar el empate. La falta de estrés acaba llevando a la falta de atención. Iturra, sin oposición, topó con el pie de Keylor.

Esa inercia acercó mucho al Málaga a la puerta del Madrid hasta que entre Benzema, con un estético cambio de pie, e Isco prepararon el 0-2, firmado por Casemiro, que había iniciado la jugada. El malagueño se fue con una ovación de gala a partido resuelto y Zidane comenzó a pagar parte de su deuda con Ceballos y Mayoral.

El Málaga, en cualquier caso, aprovechó el escaparate para explicar que la tabla no le hace justicia. Y Benzema se consoló filtrando pases que nadie aprovechó. Cuando se desclasifi­quen los archivos de esta Liga quizá averigüemo­s dónde se perdieron sus goles.

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