El Valencia Basket celebra el ascenso en La Fonteta
Las taronja vencieron a un honroso Celta que luchó hasta el final
El Valencia Basket es de Primera. Los taronja se impusieron al Celta en un agónico partido en el que las gallegas tuvieron una última bola para forzar la prórroga. No entró. Y la locura se desató en una Fonteta que congregó a 6.200 espectadores en una fiesta del baloncesto femenino.
El Valencia Basket jugará el año que viene en la máxima categoría del baloncesto femenino español, acompañanando al Lugo que disfrutó justo antes sobre el mismo escenario. Sufrida victoria de las taronja que lograron el ascenso venciendo a un Celta que fue todo pundonor, pero que acabó muriendo en la orilla. Tendrán que seguir intentándolo.
Y lo tuvo hasta el final el conjunto gallego. La última bola. El último intento. El último triple. Hubiera forzado la prórroga, pero no llegó. Y la alegría se desató en una Fonteta que congregó a más de 6.000 espectadores. Toda una fiesta de la capital del Turia y del baloncesto femenino.
Y es que las valencianas arrancaron demoledoras. Con Aleksic entonada desde el triple, se llegaba a una distancia de 15 de ventaja, pero el partido funcionaba a arreones y así el Celta hacía el acordeón. Parcial de 6-0 y me acerco. Parcial de 0-8 y me voy otra vez. Y así sucesivamente.
Al descanso, 26-35 en el electrónico. Salida fulgurante de las gallegas que se acercaban de nuevo, pero ahí estaba Aleksic para castigar desde el perímetro. El Celta no desistía y cual hormiguita se iba a acercando sigilosamente. Se pusieron solo cuatro abajo. Había partido. Había tensión. Emoción.
Incluso a dos: 45-47. Con estos números se estancaban los dos equipos encadenando errores. Mala selección, muchos fallos. Nervios, presión. Las mirillas algo desajustadas. Pasaban los minutos y no se movía. Lo rompía Tirera, rebote y tiro a tabla. Hasta que llegó el empate celta. Keita en una buena transición, con protestas por posibles pasos. Fue lo más cerca que estuvieron. Nunca consiguieron ir por delante. Quizá eso les terminó lastrando, sobre todo anímicamente. Nunca verse por encima. Nunca dominando. Nunca defender para ganar. Siempre a remolque.
A los últimos minutos se llegó con 51-53 y las gallegas tiraron y tiraron en busca del empate. Pero sin acierto. Justo el que no le faltó a Pocek desde el tiro libre para sumar un puntito más. Falló el segundo, que dejaba posibilidad de empate y prórroga. No llegó. No entró el tiro y la explosión de júbilo desató la locura en el pabellón valenciano que celebró por todo lo alto una gesta histórica de la mano del mecenas taronja, Juan Roig.
Una fiesta
La Fonteta congregó a 6.200 aficionados en el partido decisivo