Cornellà, la villa real de Gerard, recibe a un Málaga roto

El estadio se despide de su ídolo

Entre la melancolía, la reivindicación y el deseo de un futuro mejor se dirime este Espanyol-Málaga, en el que Cornellà se expresará para despedir a su equipo tras una temporada mediocre y tratar de convencer (si eso fuera posible) a su ídolo, Gerard Moreno, para que no abandone el club perico, en el fin de trayecto en un estadio donde, solo esta temporada, ha marcado la friolera de 12 goles entre Liga y Copa.

Esa nostalgia será inevitable desde los instantes previos al partido, con un minuto de silencio por la memoria de Julio Pardo, el presidente (cosas del destino) durante aquella agónica promoción de 1991, entre pericos y boquerones, que Albesa resolvió en La Rosaleda en una agónica tanda de penaltis. También añoranza se vivirá en el minuto 12, con el homenaje entre aplausos a Dámaso Perico, el carismático animador de la grada fallecido en esta semana negra para los pericos.

Casi todo evoca a Sarrià, incluso ese deseo del público por expresarse, por liberarse tras un curso mediocre. Aunque, para grilletes, los de un Málaga descompuesto, que confirmó su descenso hace ya jornadas, y al que no dejan de surgirle problemas. Esta semana, sin ir más lejos, cerraba el fichaje como entrenador de Lucas Alcaraz, avanzado por AS, hasta que el jeque Al Thani decidía echarlo atrás a través de Twitter (¿!), provocando así la dimisión de su director deportivo, Mario Husillos.

Y, sin dejar las redes (aunque de otro tipo), todo apunta a que Diego López recuperará la titularidad hoy, dos meses después de su traumatismo craneal en Valencia. Y se verá las caras no con Roberto, sino con otro experico, Andrés Prieto.