Panamá y Túnez, entre el orgullo y el consuelo del triunfo

Les ha venido grande el Mundial

En honor a la verdad, no ha habido partido del Mundial que haya suscitado menor interés general previo que este Panamá-Túnez. Les ha venido grande un grupo con dos torazos como Inglaterra y Bélgica y ahora sólo les queda el consuelo de una despedida ganadora que no sería poco para ambos. Para los canaleros supondría su primer triunfo en un Mundial y los africanos se reencontrarían con la victoria cuarenta años después tras ganar a México en 1978 (2-1). El compromiso ha girado a una cuestión de orgullo.

Asumida la inferioridad respecto a la mayoría de selecciones, ha saltado el debate sobre la salud futbolística de los dos países. Baloy, héroe eterno en Panamá al convertirse en el primer goleador en un Mundial, criticó el caos organizativo de la federación y se propuso como dirigente futuro. El central se retirará después del encuentro junto a Gómez, Blas Pérez y Tejada, referencias de esta generación histórica. Las sanciones de Murillo y Cooper y las molestias de Díaz forzarán a ‘Bolillo’ Gómez a agitar el once. Ya ha utilizado a 17 futbolistas de su lista de 23.

Túnez se presentaba con mayores expectativas. Situada en el puesto 21 del ránking FIFA, muy por encima de su nivel real competitivo, esperaba haber dado una respuesta mejor. El seleccionador Nabil Maaloul, ayudante de Lemerre en la conquista de la Copa de África 2004, calificó de “ridícula” la goleada ante Bélgica (5-2). Los infortunios físicos (ayer llegó Ben Cherifia a la carrera como cuarto portero), la poca resistencia y el ambiente viciado en la concentración han marcado la actuación tunecina. Panamá no quiere ser su analgésico.