AS (Valencia)

El coche que cambió la sociedad y la competició­n

Le debo todo lo que sé al 124

- POR ANTONIO ZANINI

Mi primer coche decente fue un Seat 124D de 4 puertas y color blanco, y en una ocasión en la que viajaba a Madrid con uno alquilado se rompió un cristal, y no llegó el recambio porque acababan de asesinar a Carrero Blanco. Tengo mil anécdotas. Y ya en el plano deportivo, yo, que con mis ingresos pude comprarme una Derbi, lo de llegar a los rallys era un sueño para mí, y llegué gracias a Seat. Con el 124 lo aprendí todo, y a ese coche se lo debo todo.

Primero comenzamos utilizando el modelo de los faros redondos, después el 1.430, y más tarde volvimos al 124 FU. Con todos ellos hicimos grandes cosas con muy pocos medios. A nuestro jefe, José Juan Pérez de Vargas, se le ocurrió llevarse latas de fabada cuando íbamos a Polonia y las escondía en las latas de gasolina, una vez allí las cambiaba por caviar. En Chipre corrimos recién acabada la guerra e íbamos por tramos que pasaban por laderas arrasadas por napalm (combustibl­e utilizado en las bombas), y sólo pudimos acabar el rally tres coches. Fue una etapa irrepetibl­e porque el mundo era muy diferente al actual.

Y si el 124 cambió la sociedad, también lo hizo en la competició­n. Se creó una industria alrededor de este modelo en unos tiempos en los que resultaba casi imposible importar casi nada a España. Muchos preparador­es de todos lados hacían inventos para los Seat de carreras. Cuando vino el equipo Ford a correr el Rally Firestone con Makinen, Clark y Taylor, les ganamos con el Seat, y yo no daba crédito. Ganábamos con un coche de 170 caballos a los Porsche, aunque era a base de exprimirlo tanto que a veces se rompía.

Competitiv­o “Con sus 170 caballos ganábamos a los Porsche”

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ORGULLOSO. Zanini posa con una réplica en miniatura del 124.

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