AS (Valencia)

Marc Márquez nunca frena

- JUAN GUTIÉRREZ

Sólo había un supuesto en el que Marc Márquez dependía de sí mismo para proclamars­e campeón en Japón, en el que daba igual lo que hiciera su rival, Andrea Dovizioso. Si el catalán vencía en Motegi, el séptimo título mundial era suyo. Y eso hizo. No lo tenía nada fácil en la previa. Salía sexto, su peor puesto del año en la parrilla junto a Argentina e Italia, donde acabó 18º y 16º, con sanciones y accidentes en el camino. También sufrió el sábado una caída, la 18ª en lo que lleva de temporada. Los precedente­s no auguraban ningún festejo. Pero el protagonis­ta es Márquez, el mejor piloto de la historia a los 25 años de edad. Si se cae tanto es porque busca los límites. En un símil taurino: porque lidia con la verdad, al estilo de José Tomás. Y si tiene ese palmarés es por su inconformi­smo y por su ambición. Marc partía con una buena red, porque si no se coronaba en Japón, todavía le quedaban tres oportunida­des más. Podría haber competido tranquilo, sin asumir riesgos, pero entonces no habría sido Márquez. El ilerdense se colocó rápido en segunda posición, a rueda de Dovizioso. Le adelantó una vez en la vuelta 14, con susto incluido, porque se salió a la tierra. Luego volvió a rebasarle a falta de cuatro vueltas. El rival sintió la presión y rodó por los suelos. ‘Dovi, out,’ le enseñó su equipo en un cartelón. Era su quinto título mundial en MotoGP, en sólo seis campañas. Ha igualado a Mick Doohan, un australian­o que nos recuerda que esta categoría no siempre fue un España-Italia. Y ya ve únicamente por delante a Giacomo Agostini y Valentino Rossi. Márquez no va a frenar hasta superarles. Nunca frena.

“EN UN SÍMIL TAURINO:

PORQUE LIDIA CON

LA VERDAD, AL ESTILO

DE JOSÉ TOMÁS”.

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