Lo que le faltó estaba en Italia...
No había italianos ni en el campo, ni en los banquillos. Pero este Clásico, en Italia, tenía un sabor muy especial. Lo sentíamos más ‘nuestro’, y en el fondo tenía sentido. Al
Madrid, en el Camp Nou, le faltaron dos cosas, y ambas estaban en el Bel Paese. La primera, obviamente, se llama
Cristiano Ronaldo. Impensable no echarle de menos en un Clásico, el tipo de partido que tantas veces ha desequilibrado con su clase y con su potencia. Mientras el Madrid de Lopetegui sufría, Cristiano disfrutaba de un día de descanso después de haber triunfado en Empoli con un gran doblete personal. Lo imaginamos todos en su sillón, delante de la tele, con ganas de coger un avión y volar a Barcelona a arreglar el asunto. Pero ‘sus’ Clásicos ya son ante Nápoles, Inter, Milán…
Lo demás, ya es pasado.
El presente, quizás, será de otra persona que ayer, en Italia, se moría por recibir una llamada, viajar a España y tomar las riendas de los blancos. Es Antonio
Conte, el hombre que le puede devolver al Madrid el segundo elemento que le está faltando: una defensa seria y en condiciones. Su garra y sus conocimientos tácticos parecen exactamente lo que necesita el conjunto merengue para levantarse. Antonio, después del atormentado adiós al Chelsea, llegará con ganas de volver a demostrar todo lo que vale: los contrastes con directiva y jugadores blues, más que un obstáculo, representan más experiencia para su larguísimo historial. Y es italiano, algo que en el banquillo del Real Madrid nunca es banal. ¿Recuerdan lo que ocurrió la última vez que un técnico italiano llegó al mando de los blancos?