AS (Valencia)

La flor de Solari

- TOMÁS RONCERO

No me hablen del juego (pobre), sino de resultados. Con Solari van dos partidos, dos victorias, seis goles a favor, cero en contra. Vinicius la lió, pero el mejor fue Reguilón. Bien el canterano.

Factor suerte. Me cuentan que Solari y Zidane tienen una magnífica relación personal. Se llevan muy bien. Y ya se sabe que todo se pega. En este caso, esa famosa flor de Zizou que en realidad enmascara de forma injusta el gran mérito que tuvo el marsellés. El azar no te regala tres Champions consecutiv­as. Pero volvamos a su flor, que al fin y al cabo es la forma simplona de denominar una tendencia positiva. Es verdad que en determinad­os partidos una acción concreta se vuelca de tu parte y cambia toda la dinámica y el desenlace de la trama. Eso sucedió en un partido en el que el Valladolid pudo meternos cuatro goles (dos largueros, un paradón de Courtois, una vaselina de Antoñito que se fue alta por poco...), pero al final se fue con un 2-0 en contra que le deja a los de Sergio y Ronaldo Nazario con cara de “¿qué demonios ha pasado aquí?”.

Efecto Vinicius. Cuando el estadio está en estado permanente de ‘prepitada’, cuando tu entrenador se precipita quitando al que estaba siendo más peligroso de cara al gol (Casemiro) y cuando los rivales parecen tener las ideas claras y tú te ofuscas por querer penetrar en un muro que no mostraba grietas, lo ideal es sacudir la pecera aún a riesgo de que se derrame el agua. Y la pecera la derribó Vinicius. Un chico de 18 años que con su sola presencia provocó un cambió climático y ambiental en el Bernabéu. La gente está tan cansada de alguna vaca sagrada (Bale y Gareth, Gareth y Bale) que se rompió las manos a aplaudir con la entrada del chico en el campo. No es que hiciese ninguna jugada a lo Robinho en Cádiz, pero al menos su descaro contó con la diosa fortuna como aliada (su tiro desviado acabó en gol de rebote). ¡La flor de Solari! De hecho, vean la imagen de Vinicius abrazado con su entrenador. Se acurruca en su regazo como un niño con su madre tras salir del cole. Vinicius es aire fresco en un escenario donde el personal empieza a respirar con dificultad. Que nadie espere que él solo te gane los partidos. Futbolísti­camente aún está en edad escolar, pero con él pasan cosas y se mueve el árbol...

Ronaldo Nazario. El mejor delantero centro que vieron mis ojos mientras que las lesiones le respetaron. Se ha gastado el dinero ahorrado en un proyecto en Pucela que es atractivo y sugerente. El Real Valladolid de Sergio juega bien y sabe lo que quiere. Me gusta que los veteranos se mojen y reubiquen sus fortunas en el fútbol. Siempre me dijeron que Ronaldo era tan inteligent­e fuera del campo como dentro. Nunca será un juguete roto. Sabe invertir. Crack.

Capitán Ramos. Muy fuerte que algunos aficionado­s (minoría, eso sí) le pitasen cuando iba a tirar el penalti pidiendo que lo lanzase Vinicius. No nos volvamos locos, por favor. El capitán los tira de cine y de nuevo lo demostró con un lanzamient­o exquisito a lo Panenka. Sergio Ramos puede estar mejor o peor (él es su primer crítico), pero nunca dudaría de su compromiso con esta camiseta.

Sol peronista. El final feliz evitó un nuevo berrinche a los miles y miles de peñistas que llegaron hasta el Bernabéu atraídos por un sol otoñal radiante, el Puente de Todos los Santos y el horario amable. Me crucé con peñistas de Villahermo­sa, Tetuán, Arnedillo, Puerto Lumbreras, Alcañiz, Alcuéscar, Jadraque, Ágreda, la Peña Miguel Ángel de Ourense y con mi amigo Paco de León de la peña de

Arenas de San Pedro (¡eres muy grande!). ¡No os rindáis!

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