AS (Valencia)

Gabriel Paulista “La policía tiró la vida de mi hermano con 21 años”

- CONRADO VALLE

Gabriel Paulista es un líder del Valencia de Marcelino, un capitán sin brazalete. Eso como futbolista; porque como persona, por su historia de vida, se merece la felicidad. Habla el central brasileño en AS con una sinceridad inusual en el fútbol; con voz entrecorta­da y con el corazón.

Mestalla le ve como un capitán, aunque no lleve el brazalete, ¿se siente un líder?

—Yo siento el respeto de la gente, de mis compañeros, como si fuera capitán. Y eso me deja contento, me hace trabajar más, esforzarme más. —Pero el respeto se gana.

—Por trabajo, por respeto mío hacia todos, por dar el máximo cada día… tengo ese cariño por mi profesión. —¿Tiene respuesta a por qué el Valencia va 15º en Liga?

—Es difícil, cuesta encontrarl­a. El fútbol a veces es injusto. No estábamos jugando mal, pero las cosas no salían. Puedes tener mejor equipo, ser mejor, pero hay un factor externo que es la suerte que también juega. Pero ahora veo que ella está con nosotros y vamos a dar un paso enorme. —Lo que hacen dos victorias.

—¡Claro! Venimos de una fase en la que tuvimos mucha presión por no ganar. . —¿Cuál ha sido el peor momento para usted?

—Por desgracia fueron varios, aunque creo que la peor noche que pasé fue la del Girona. Fue el resultado más duro. Hicimos un buen partido y perdimos. Nos fuimos tristes. —Tres días después llegó la victoria ante el Young Boys. Recuerdo verle corriendo para abrazarse a Neto tras el 1-0. ¿Fue un gol de liberación? —El fútbol me ha enseñado que cada gol tienes que celebrarlo mucho... pero ese fue especial. Yo quería abrazarme con alguien, por alivio, por emoción... y fui a por Neto porque él siempre los celebra solo y este gol era de todos. —Marcelino insiste una y otra vez en que no estaban en crisis, ¿pero ustedes sentían que sí estaban en crisis? —Entiendo que, por el tamaño del Valencia, que es muy grande, se hable de crisis cuando no está dónde debe en la clasificac­ión. Pero nosotros sabíamos y sabemos que no estábamos en crisis. Nosotros estamos muy unidos, somos una familia y sabíamos que era una racha mala pero que se alargó mucho. Lo pasamos mal, es normal. Pero somos un grupo sano, fuerte y ya nos hemos olvidado de esa racha. —Usted, en opinión de muchos, está siendo uno de los mejores del equipo; el sistema defensivo funciona y la prueba es que solo han encajado 9 goles en Liga. Sin embargo los resultados hasta el Young Boys y el Getafe no llegaban. ¿Fustrante en lo personal? —Lo primero gracias a los que piensan que estoy jugando bien. Siempre doy mi máximo esfuerzo. Estoy contento por mi inicio de temporada, pero no me sirve, porque estoy triste, porque el equipo está abajo y yo siempre miro el colectivo. Hablaba con mi familia tras los partidos y me decía que había estado bien. ¿Pero de qué me servía? Prefiero jugar yo mal y que gane el equipo. Bueno, no hace falta que yo juegue mal para que ganemos (ríe). —¿Creen que aún están a tiempo de llegar al objetivo de volver a estar el año que viene en la Champions?

—Sí, se puede. Estamos a tiempo de llegar donde queremos, que es a la Champions. La Liga está un poco rara y no estamos tan lejos de nuestro objetivo. Hasta Navidad tenemos grandes partidos. A cada cual más importante. El primero es el del Rayo, que tenemos que ganar ya en Liga en casa. Se lo tenemos que dedicar a nuestra afición, que está siempre con nosotros. Y luego pensaremos en la Champions, que queremos seguir en ella y hay que ganar en Turín. Somos el Valencia y no podemos elegir partidos ni competicio­nes, hay que competir en todos.

—Se le ve seguro.

—Todo lo que viví en mi infancia me hace relativiza­r los malos momentos del fútbol. Mis padres pasaron cosas terribles, fueron muchos años tristes para ellos. La vida en la favela (Sao Paulo) es difícil. Yo soy el pequeño de cinco hermanos (cuatro chicos y una chicha). Vivíamos en una casa de madera, que se inundaba cada vez que llovía. Ellos pasaron hambre... Por eso, cuando pierdo un partido, aunque me voy fastidiado, me paro y pienso en lo que pasó mi madre y me doy cuenta que nosotros tenemos otro partido pocos días después y que un mal día en el fútbol tiene solución.

—Tiene que reconforta­r poder solucionar la vida de sus padres y más en su contexto.

—Yo en mi infancia vi cosas malas, pero ellos muchas más durante casi toda su vida. Son cosas que te hacen pensar que la vida no es fácil. Ahora tenemos una vida más tranquila en comparació­n con la que tuvimos. Tengo que dar gracias a Dios por estar aquí con salud, por ver cómo crece mi hijo, al que le cuento cada día lo que mi madre sufrió en la vida, quiero que lo tenga presente.

—¿Y qué recuerda?

—Muchas cosas (silencio). Aún recuerdo cuando le dije a mi madre que quería ser futbolista. Ella me miró y me dijo que era muy difícil, que ellos no

En el Taboao Serra “Un amigo de mi hermano me dio la oportunida­d que a él no le dieron”

1-0 al Young Boys “Me fui a por Neto porque él siempre los celebra solo y ese gol era de todos”

Su infancia “La vida en la favela es difícil, a mi hijo le cuento cada día lo que sufrió su abuela”

podían pagar para que yo hiciera las pruebas en un equipo, que tenía que buscar un trabajo para ayudar en casa. Pero, aún así, cada día ella quitaba dinero de los desayunos para que yo pudiera ir a entrenar... Cuando firmé mi primer contrato (Esporte Club de Vitória) le llamé y le prometí que le compraría una casa. —Y cumplió su promesa.

—Cuando fiché por el Villarreal reformamos la casa, cuando me fui al Arsenal les compré una. Ahora viven en una ciudad del interior de Brasil, en una zona más tranquila de lo que es Sao Paulo. —¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?

—Con 8 años jugaba a fútbol con el resto de niños en la favela y con 12 jugaba a fútbol sala. Fue entonces cuando empecé a jugar en un club cercano, pero al año de estar allí me dijeron que tenía que pagar para seguir. Ese día lloré mucho, porque sabía que mis padres no podían pagar. Pensé que nunca tendría una oportunida­d de ser futbolista­s. Y así pasaron muchos años. —¿Y en qué momento pensó que de verdad podía llegar a ser futbolista? —Mis hermanos mayores también intentaron ser futbolista­s. Yo les ví llorar muchas veces porque no tuvieron su oportunida­d. Yo soy muy creyente y con 17 años Dios quiso ayudarme. Un chico compró El Taboao Serra, un club de la cuarta de Brasil. Es un equipo que juega la Taça Sao Paolo, que es el torneo más importante de jóvenes de Brasil (Toma aire). Esto nunca lo he contado (Respira). Mi hermano quiso ser futbolista, pero nadie le dio la oportunida­d. La vida en la favela es

muy difícil y él eligió mal camino; empezó a hacer cosas malas. La policía tiró su vida con 21 años (voz entrecorta­da). Ese chico que compró el Taboao había sido amigo de la infancia de mi hermano. Un día llamó a mi madre y le dijo: “Le voy a dar a Gabriel la oportunida­d que no tuvo tu otro hijo”. —Y usted no la desaprovec­hó.

—No podía fallarles, no podía fallarme. Di todo lo que tenía cada día por jugar. Después me llamó el Vitória de Bahía. Fue entonces cuando debuté en Primera y cuando firmé mi primer contrato profesiona­l. Luego ya me vino la propuesta del Villarreal y ahí sí que ya cambió del todo mi vida y la de mi familia... Agradezco a todos donde estoy. A ese chico, a mi familia, al Vitória, al Villarreal, al Arsenal, al Valencia... —Tenemos que ir terminando, le noto muy emocionado y tiene que marcharse a entrenar (la entrevista se realizó ayer por la tarde en Paterna). —La historia es triste, pero me alegra recordarla a día de hoy. Eso me da fuerzas para poder trabajar más; para valorar cada minuto de mi profesión. En el mundo hay mucha gente que está enferma y no puede hacer nada. Escuchar la historia de mi madre me da fuerza. —Creo que está claro a quién le dedicará su primer gol con el Valencia, que ya se ha quedado cerca varias veces. —¡Llevo ya dos palos! (Ríe) Pero sí, está claro a quién se lo dedicaré, a mis padres, porque sufrieron mucho en la vida. Ellos merecen mucho más. Ahora viven una vida mejor pero merecen más. —Enhorabuen­a y agradecido por su sinceridad; le deseo que pronto pueda dedicársel­o.

Rol de líder

“Siento el respeto de la gente, de mis compañeros”

Recuperaci­ón

“La Liga está rara y claro que se puede llegar al objetivo”

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