AS (Valencia)

Sensación

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asiduidad y somete a su rival. Pero a la hora de la verdad, cuanto le toca rematar la faena: el balón va al palo (como Gameiro tras buen pase en profundida­d de Ferran), o el portero rival aparece de lanada (como Diego López a remate de Parejo, una ocasión de las que acaban en la red 9 de 10) o las más de las veces ayer, hasta 17, un balonazo a un espectador a poco que estuviera despistado.

El Espanyol transmitió que su triunfo ante el Rayo le cambió el paso.

Vale que el dedo fracturado de Neto lo forzaron poco o nada (solo Semedo le probó en el 73’), pero también lo es que los blanquiazu­les llegaban con efectivos e intencione­s a tres cuartos de campo. Pero allí Garay y Roncaglia se hicieron los amos. El pulso del argentino con Borja Iglesias fue vibrante, como también el de David López con Sobrino. El manchego es un futbolista perfil Mestalla. De los que van a por todas y dan todo lo que tiene. Borja también lo es y por eso está en la agenda ché.

Tras el paso por vestuarios sucedió lo habitual en este tipo encuentros. Al Valencia el empate le servía de poco o nada y el Espanyol gritó ‘virgencita, virgencita, que me quede como estoy’. Así que el juego se desarrollo en tierra de unos y Neto lo veía todo desde lejos. Y lo que vio el brasileño fue un remate de Garay que se fue rozando el palo, la ocasión de Parejo, una medio chilena de Gameiro que no fue gol por palmo y medio y un cabezazo de Roncaglia al que no habría llegado Diego López. Wass reclamó sin éxito penalti. El VAR reafirmó la decisión de De Burgos Bengoetxea. Y así se llegó al final, el Espanyol dejó su portería a cero y el Valencia empieza a hacerse a la idea de que lo suyo este año son las ‘copas’.

Al Valencia el punto le aleja de arriba; al Espanyol le confirma su mejoría

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