Apartado
mundo...”. Las palabras de Leonardo, aquellas y las que pronunció ayer, responden a un proceso de desgaste que ha cristalizado en el deseo mutuo de club y jugador de finalizar su relación. Mbappé acabó el curso pasado reclamando ser el único cabeza de cartel (“Es el momento de tomar una mayor responsabilidad. Quizás en París sea feliz, pero quizás en otro lugar también”) y Neymar prendió la mecha no presentándose a entrenar en la fecha prevista, lo que provocó un comunicado del PSG anunciando “las medidas adecuadas”.
Neymar sigue entrenándose con sus todavía compañeros de equipo, a la espera de resolución. Aunque el asunto no tiene fácil arreglo; con el mercado de la Premier League cerrado, sólo hay dos clubes capaces de articular una operación como la de su fichaje: Real Madrid y Barcelona. Aunque Leonardo esquivó ayer especificar cuál de los dos lleva ventaja en la negociación.
Su encaje en el ataque blanco sería más sencillo que en el del Barça, saturado ya con los Messi, Suárez, Griezmann, Dembele, Coutinho... Y sin embargo, el deseo primordial del jugador es el de regresar a Barcelona, aunque mantiene caliente la opción del Madrid. En el PSG no existe tal duda: las relaciones con el Barça están rotas y en París prefieren traspasarlo al Madrid, al cual darían todas las facilidades (hasta una cesión está sobre la mesa).
Neymar se perdió la Supercopa francesa ante el Rennes por sanción y hoy tenía ante sí la oportunidad de jugar su primer partido del curso, pero Leonardo ya avanzó y Tuchel confirmó después que no entraba en la convocatoria para el debut en la Ligue 1 ante el Nimes. El director deportivo tiró de sinceridad y lo catalogó de “decisión del club”; el entrenador se escudó en su estado físico: “Ha vuelto de lesión y no ha completado una semana de entrenamientos aún. No está listo”. Una ausencia conveniente para evitar una inoportuna lesión que diese al traste con los intentos del PSG y de Neymar de abandonar su vinculación.
Se entrenó con el PSG, pero el club decidió que no juegue esta noche