AS (Valencia)

Plata y billete a Tokio del K4 con el soldado Arévalo

El K2 de Cubelos y Peña, subcampeón y pase olímpico

- JESÚS MÍNGUEZ / LAS MEDALLAS DE ESPAÑA

Del revoltijo de agua que levantan 36 bestias sobre piraguas de 11 metros, salió airoso el K4 500 español, con una medalla de plata en los Mundiales de Szeged (Hungría). Saúl Craviotto, Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade resolviero­n las dudas que había dejado la baja de Cristian Toro hace mes y medio con su retirada temporal, “agobiado” por la alta competició­n.

En la primera competició­n del cuarteto, revalidaro­n el subcampeon­ato logrado en 2017 y 2018 y, sobre todo, lograron plaza para Tokio 2020. El K4, que mide el potencial de un país, peleará por superar la plata de la alineación mítica del K4 1.000 (Menéndez, Misioné, Díaz-Flor y Celorrio) en Montreal 1976.

Otra embarcació­n galáctica, la Alemania de Tom Liebscher, Ronald Rauhe, Max Rendschmid­t y Max Lemke, ganó la regata (1:19.26) con España (+0.51) y Eslovaquia (+1.70) por detrás. Se resolviero­n las

Craviotto “En pocas semanas, Arévalo aprendió lo que en seis meses”

dudas sobre un proyecto al que se le había abierto una vía de agua sin Toro. Dieron una gran batalla a los germanos, liderando la carrera durante un tramo. “En dos o tres semanas, Carlos ha tenido que aprender cosas para las que se necesitan seis meses”, alababa Craviotto (34 años), que irá a por una quinta medalla en Tokio para igualar a David Cal.

El K4 ilusionó con Craviotto, Cooper, Toro (los tres campeones olímpicos) y Germade (mundial), pero este año se encadenaro­n malos resultados que precipitar­on la renuncia de Toro. Se echó mano entonces de Arévalo (Betanzos, 25 años), que brilló en los trials nacionales de abril. El gallego se había quedado fuera de Río 2016, donde iba a competir en el K2 200 con Toro, ante el empuje del superclase Craviotto. “Me quedé a las puertas y el palo fue enorme. Me costó volver a levantar cabeza, pero decidí que era una buena época para enderezar mi vida fuera del deporte”, explica, y se enroló en el Ejército, al que sirve en el acuartelam­iento Cabo Noval en Asturias. La disciplina le ha ayudado a acoplarse en un plazo corto: “Había una gran presión y siento mucha rabia liberada. Este K4 anda mucho y tenemos margen de mejora”. El mascarón de proa de un piragüismo que no se baja del podio desde Atenas 2004, sigue siendo un cañón.

También lo son el punto y la i. Paco Cubelos (1,70 metros), el metrónomo que marca el ritmo de paladas, e Íñigo Peña (1,94), la

Diferencia Cubelos mide 1,70 metros y Peña, 1,94, pero mezclan perfecto

turbina instalada en la parte trasera del K2 1.000, que no fallaron y revalidaro­n la plata que conquistar­on el año pasado en Montemor-O-Velho. También estarán en los Juegos, porque clasificab­an los seis primeros.

Fiables. Cubelos, de Talavera de la Reina, y Peña, de Zumaia, representa­n la fiabilidad. Se puede apostar por ellos sin temor a perder, porque desde que se unieron en 2017 su peor puesto en una competició­n ha sido una sexta posición. El técnico Luis Brasero ha conseguido una mezcla perfecta de dos estajanovi­stas a los que muchos no auguraban buen futuro por su diferencia de envergadur­a.

Pero en el canal de Szeged demostraro­n que son los mejores en los últimos 500 metros. Remontaron y, aunque no pudieron superar a los alemanes Hopp y Schopf (3:20.53), les persiguier­on hasta el final (+1.26) y dejaron atrás a los franceses Carre y Hubert (+2.43). Como en una rutina feliz, volvieron a subir al podio.

 ??  ?? EMPUJE. Saúl Craviotto (delante), el ‘marca’ del K4 500, dirige las paladas de sus compañeros. Detrás de él, Arévalo, Cooper y Germade.
EMPUJE. Saúl Craviotto (delante), el ‘marca’ del K4 500, dirige las paladas de sus compañeros. Detrás de él, Arévalo, Cooper y Germade.

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