AS (Valencia)

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“Soy más consciente de lo que está en mi mano”

—Su espectacul­ar rendimient­o en el Mundial no parece algo casual, sino la consecuenc­ia del trabajo. Usted ya juega a gran nivel en el Barça... —Después de la lesión que tuve en mi primer verano en el Barça, hice un trabajo mental para cambiar un poco y ser un poco más decisivo. Ser más consciente de lo que está en mi mano y lo que no.

—¿Qué culpa tiene Svetislav Pesic de esto? —Me ha ayudado. En el Valencia y en el Barcelona. Es un entrenador con las ideas muy claras y que si las sigues, todo es fácil. Con la experienci­a que tiene, siempre intenta ayudar a los jugadores.

—Su experienci­a con la Selección viene de lejos.

—Estuve invitado en 2007 y en 2008. El Eurobasket de 2009 fue mi primer campeonato.

—¿Qué recuerda de aquellas concentrac­iones en Bahía Sur? Las cenas de matrícula en el Ventorrill­o... ¿Cómo era ser novato con España?

—Primero lo veo muy lejos, como de otra época (risas). En esta Selección sólo quedan Marc y Rudy de mi primer año. Era como estar en una nube. Todo me parecía ciencia ficción. Me considero un afortunado por haber vivido en esta generación.

—¿Realmente se aprende de compartir vivencias con Garbajosa, Navarro y Pau Gasol? —Jorge siempre me ha tratado superbién. Desde que llegué ese verano. Tuve muy buena relación con él. Y con los demás, igual. Es el ADN que hay aquí: al que llega nuevo se le acoge como uno más.

—Dice Garbajosa: “Claver es más importante de lo que parece en esta Selección”. —Scariolo siempre ha confiado en mí, eso es algo innegable. Desde su primer año siempre he estado entre los doce. La polivalenc­ia que me ha hecho dudar sobre si era tres o cuatro en los campeonato­s siempre ha sido beneficios­a. Poder ser un jugador capaz de hacer diferentes cosas y defender a gente más grande me ha beneficiad­o. —Me decía que veía su inicio en la Selección lejano. ¿Cómo ve su experienci­a en la NBA? ¿Con nostalgia o como una cuenta pendiente? —También lejana. Pero me siento afortunado de haber jugado allí. Es cierto que no me fue todo lo bien que me hubiera gustado, pero no me arrepiento de nada. Fui en el momento que me tocaba. Mi situación personal y deportiva lo pedía. Las experienci­as malas son las que más te hacen crecer. —Cuando uno se quita del camino a Serbia, Argentina y Estados Unidos de un tirón, ¿se hace castillos en el aire pensando en el oro?

—Eso es peligroso y, además, no es real. En los últimos dos Mundiales lo hemos vivido. Sobre todo en 2014, que todo iba perfecto y se truncó.

—¿Esa es la lección?

—Sí, la de 2014. Hay que ser sensatos, humildes y no pensar más allá. Es cierto que hay seleccione­s favoritas que es mejor no cruzarte, pero eso no significa que Polonia no te pueda dar un susto.

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