AS (Valencia)

La llama de la esperanza

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Thomas Bach, Juan Antonio Samaranch, Alejandro Blanco… Los popes del olimpismo coinciden en el desenlace del último capítulo, en un final feliz para Tokio, que prendería una llama de esperanza en 2021, el fuego que iluminaría a los Juegos más celebrados de la historia, el cierre de esta pesadilla que vivimos bajo el nombre de coronaviru­s, COVID-19 o pandemia. Una vez tomada la difícil e inevitable decisión del aplazamien­to, todos auguran un broche mágico, pero sin perder el sentido de la realidad. En fechas recientes han surgido voces, incluso desde el seno de la organizaci­ón, que advierten de la posibilida­d de una cancelació­n definitiva si para entonces no existe un tratamient­o satisfacto­rio. No creo que haya alguien que no contemple esa funesta opción, después de la traumática experienci­a por la que transitamo­s. Sin embargo, ahora no toca embarrarse en esa negativida­d, sino trabajar en “el día a día” para evitarla. Así lo expuso el propio Blanco el martes en la última entrega de Conectad@s, junto a Ruth Beitia y Juan Miguel Gómez (Fundación Trinidad Alfonso).

La incertidum­bre es agotadora y mella mucho en la cabeza”, avisó Beitia, en contacto permanente con los deportista­s. Antes de que surja un rebrote de esa ansiedad, hay que exprimir el presente, reiniciado en España con una tímida vuelta a los entrenamie­ntos. Este “día a día” incluye recuperar la forma, retomar la competició­n, rescatar al organizado­r, abrazar al patrocinad­or, reflotar los Preolímpic­os… La Ceremonia de Inauguraci­ón, el 23 de julio de 2021, es el último paso. La llama. Pero la amenaza del virus tendría que estar resuelta mucho antes para poder recorrer todo el camino anterior. De lo contrario, ya no sería solo un problema para los Juegos Olímpicos, sino que “el mundo estaría destruido”, en palabras de Blanco. Hay que empezar ya la reconstruc­ción. Hoy mismo. Ayer.

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