Playas y piscinas están a sal
El CSIC elabora un informe sobre la transmisión del coronavirus en esos espacios: “Es muy poco probable la infección”
Los bañistas podrán disfrutar de las piscinas y las playas este verano con cautela, pero sin grandes preocupaciones. Esta es la principal conclusión que se extrae del estudio de 17 páginas elaborado por seis investigadores del CSIC bajo el título Informe sobre la transmisión del SARSCoV-2 en playas y piscinas. “La infección por contacto con el agua en condiciones estándar para el baño es muy poco probable”, apunta el escrito.
Las últimas investigaciones internacionales sobre la persistencia del COVID-19 en diferentes superficies, y que cita el CSIC, no han detectado la presencia del virus en el agua potable. En la residual y superficial existe presencia del virus, pero hay escasa evidencia sobre su infectividad (no se descarta totalmente).
¿Esto significa que las playas, las piscinas, los ríos... son espacios libres de coronavirus?
No. Este continúa transmitiéndose a través de las secreciones respiratorias: tos, estornudo y contacto persona a persona. También los objetos de uso común son mecanismos de contagio. “Deben mantenerse las recomendaciones generales” en estos espacios recreativos, donde se pueden producir aglomeraciones y que conducen a una pérdida de las medidas de distanciamiento social, aconseja el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Se desconoce por el momento la supervivencia del virus en los entornos naturales de playas y riberas.
Playas. La acción conjunta del agua salada, la radiación ultravioleta solar (UVB) y las altas temperaturas que puede alcanzar la arena son favorables para la desactivación de agentes patógenos. Las brisas marinas y las costeras son una interrogante: ni la OMS ni los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, ni las Agencias de Salud locales de Estados Unidos han advertido que sirvan para la propagación del virus.
Ríos, lagos y pozas de agua dulce. La supervivencia del COVID-19 en estas aguas no tratadas puede ser superior al de piscinas y al de agua salada. El CSIC desaconseja el baño en esas zonas, especialmente en las pequeñas pozas, donde la dilución del virus es menos efectiva. “Deben extremarse las medidas de precaución”, señala.
Piscinas y spas. El uso de agentes desinfectantes, como por ejemplo el cloro, para evitar la contaminación microbiana de las aguas por la afluencia de múltiples usuarios, debería ser suficiente para que el virus permaneciese inactivo.
Saunas y baños de vapor. Las altas temperaturas de estas instalaciones (más de 60 grados) son idóneas para que la supervivencia del coronavirus en el ambiente sea muy reducida.
Balnearios e instalaciones de aguas medicinales. Los aerosoles (las partículas en suspensión) generados por el agua de estas piscinas tendrán las mismas características de desinfección que las aguas de los baños, por lo que la presencia del virus será bastante baja.
El uso de agentes desinfectantes como el cloro debería ser suficiente para que el patógeno permanezca inactivo