De la final
—Prácticamente su primera experiencia con una ‘Roja’ en su cuerpo fue en los Juegos Olímpicos…
—Sí. Antes sólo había jugado un amistoso con la Sub-19 en el que Portugal nos dio un meneo tan grande que tuve mis dudas sobre sí podría yo ser futbolista. En los Juegos era el segundo más joven. Alfonsito, de septiembre y yo de abril del 72. Venía de salvarme del descenso contra el Figueres. Pensaba que no iba a ser titular, pero el ‘pitufo’ (Manjarín) se rompió el aductor y en el día a día me gané el sitio al lado de Alfonso.
—Aquella concentración tiene un libro. Pasó de todo. Problemas con las primas, el motín porque no les dejaban ir a Barcelona a la inauguración…
—Hubo muchas movidas. La Federación no quería darnos nada por jugar porque era una competición olímpica. Algunos jugadores tenían dudas sobre si ir o no. Se pedía una contraprestación por quedarnos sin vacaciones. Al final jugamos gratis.
—Pero sí tuvieron la ‘Libreta Campeones’, un Plan de Pensiones para todos los ‘oros’ y que cobrará usted dentro de dos años…
—-Para cuando cumpliéramos los 50. Algún compañero, como Cañizares, ya lo ha cobrado. No sé a cuanto tocaremos. Mi padre seguro que está al tanto. Unos 50 o 60.000 euros.
—El follón gordo fue cuando Miera no quería que
—También Miguel Sánchez, la mano derecha de Vicente. Clemente apareció al final. Hubo un día en el vestuario que fue violento. Estaba Miera dando la charla. Fue incómoda la situación de verlos juntos. Pero tampoco llegó la sangre al río. Podría haberse evitado.