Ricky Rubio “La química de aquel Barça nos dio la Euroliga”
El 9 de mayo de 2010 el Barça levantó su segunda y última Euroliga. Ricky Rubio recuerda el título como el premio a un “juego espectacular” y a un grupo que celebraba las victorias con “las hamburguesas de Sants”.
Un base de 19 años llamado Ricky Rubio levantó el 9 de mayo de 2010 la última Euroliga del Barça. Una década después, y con su paternidad recién estrenada (el 15 de enero nació su hijo Liam), recuerda aquel día desde Badalona.
—¿Cuándo volverá a EE UU?
—Vaya usted a saber. En Arizona, los entrenamientos voluntarios empiezan el viernes. Cuando me avisen me iré, aunque mi familia se quedará aquí.
—¿Cómo se ejercita?
—Tengo un gimnasio en casa. Además, sigo programas de preparación por Skype con Raúl López.
—Hoy está de aniversario. ¿Recuerda la Euroliga de 2010?
—Claro, además hace poco he hablado con Sada y Trias sobre ella. ¡Ya han pasado diez años! Estos días he visto varios partidos antiguos y, entre ellos, esa final. Se vio a un Barça con un juego espectacular.
—¿Era superior al Barça actual de los Mirotic, Davies...?
—Es difícil hacer comparaciones, pero todos los jugadores de aquella plantilla, excepto yo, estaban en su mejor momento. Así hicimos la temporada que hicimos, además de tener un equipo técnico muy bueno.
—¿Qué recuerda de aquel día?
—A la afición, porque daba la impresión de que estábamos jugando en casa. Nos ayudó que fuera en París. Estaban Piqué, Busquets, Puyol, Xavi, Bojan... Joan Laporta y toda mi familia.
—¿Y en la pista?
—Jugamos muy bien todos como equipo. El resultado fue abultado (86-68), tuvimos el control durante todo el partido frente a un Olympiacos con Teodosic, Childress, Papaloukas, Kleiza, Schortsanitis, Bourousis... Tenían una plantilla brutal.
—¿Había una motivación especial?
—Tanto Navarro como la mayoría venían de perder la semifinal del año anterior ante el CSKA. Yo era un recién llegado pero vi que ese año era el de ellos. No se conformaban, querían ir a por todo. El objetivo era ganar la Euroliga. Creo que por eso nos ficharon a Mickeal, Lorbek, Terence Morris y a mí. Pero lo más importante es la química que había y el control de los egos en un equipo con tanta estrella. —Usted tenía un feeling especial con Víctor Sada...
—Hay algo que me dijo Víctor y que nunca olvidaré. “Nunca he sido amigo o muy amigo del otro base del equipo porque, al final, es competencia y ahora tú eres uno de mis mejores amigos dentro del equipo”. Esa es la mejor muestra de la química que había entre todos.
—¿Sigue siendo la mejor temporada de su carrera?
—Cuando acabó le dije a Trias que ese iba a ser mi mejor año en cuanto a conjunto, porque me lo había pasado muy bien y habíamos ganado. Diez años después pienso lo mismo. En la Selección he encontrado también esa química, pero estoy hablando de estar todo un curso en un equipo profesional. No he vuelto a vivir una temporada con tan buenos momentos.
—¿Y también la más divertida?
—En los entrenamientos, literalmente, nos pegábamos. Pero al acabar, jugábamos a las cartas y a mil cosas. ¡Lo pasábamos tan bien! Podría escribir un libro con todas esas historias.
—¿Incluiría la de las hamburguesas al volver de los viajes de la Euroliga?
—Llegábamos a Barcelona a las dos o las tres de la madrugada y en vez de irnos a casa nos comíamos una hamburguesa en un kiosko por Sants. Hablábamos y hablábamos y no nos acostábamos hasta las 5. Yo no sé qué les decían a sus mujeres los que estaban casados.
Al acabar aquella temporada le dije a Jordi Trias que ese iba a ser mi mejor año en cuanto a conjunto y sigo pensando lo mismo”