Once hombres sin piedad
Con el triunfo en el Mundial de 1950, Uruguay trastocó los planes de la organización y de Brasil, que sólo se había preparado para celebrar una gran fiesta
grandes sorpresas. Las más recordadas son después la eliminación de Italia ante una desconocida
¿Cuál ha sido la mayor sorpresa en la historia de la Copa del Mundo? Muchos pensaréis en El Maracanazo de 1950, si bien es cierto que hay mucha leyenda en esa historia porque, en realidad, Uruguay era una grandísima selección, repleta de jugadores fantásticos, como quedó más que demostrado aquella tarde en Río de Janeiro.
En mi opinión, la primera gran sorpresa en la historia del torneo, pero sorpresa grande de verdad, se produjo el 19 de julio de 1966 en Ayresome Park. La catástrofe de Superga en 1949 había devastado al fútbol italiano, incapaz de superar la fase de grupos de la Copa del
Copa porque el presidente de FIFA se vio totalmente superado por los acontecimientos, como reconoció años más tarde. No hubo medallas para los campeones porque todo el oro disponible se había empleado en fabricar preseas para los jugadores locales, un error que no fue subsanado hasta 1976. Había banda, pero no había música porque las únicas canciones previstas para la ceremonia de entrega del trofeo eran el himno de la seleçao y un tema compuesto expresamente para ese partido que se llamaba Brasil campeón.
Todo lo que tenía que ver con aquella selección derrotada fue apartado, repudiado, incluida aquella equipación completamente blanca que Brasil jamás ha vuelto a utilizar. El único consuelo para aquel grupo de jugadores fue que dos de ellos (que no habían disputado un solo minuto en aquel Mundial) siguieron compitiendo por limpiar el honor de sus compañeros y en 1958 y 1962 por fin bordaron dos estrellas sobre el escudo de una selección que hoy es pentacampeona: el portero suplente Castilho y el fantástico Nilton Santos.