AS (Valencia)

El aire libre como antído

Dos estudios preliminar­es ponen de manifiesto que la difusión del virus en lugares cerrados es mucho más probable que en espacios abiertos

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En el avance de la desescalad­a se aplican diferentes condicione­s para la realizació­n de una misma actividad dependiend­o de si esta se desarrolla al aire libre o en un recinto cerrado. Ejemplo de ello ha sido la reapertura de bares y restaurant­es, que en la Fase 1 sólo se pueden disfrutar en las terrazas mientras el interior de los locales no recobran la actividad hasta adentrarse en la Fase 2. Los estudios preliminar­es sobre la propagació­n del virus apuntan que los contagios en exteriores son mucho más improbable­s que en lugares cerrados.

Un equipo de seis investigad­ores de tres universida­des chinas ha analizado más de 7.300 contagios que sucedieron en 320 ciudades-prefectura del país (excluyendo a las de Hubei, la provincia en la que se encuentra Wuhan) durante las primeras semanas de la epidemia. Su estudio ahonda particular­mente en los 318 brotes que generaron tres o más contagios. Ninguno estaba al aire libre. Indagando en sus datos, apenas encontraro­n uno, en el que estaban envueltos dos casos.

La mayoría de los brotes analizados en ese trabajo habían ocasionado contagios en el domicilio familiar (80%), en el transporte (34%) o en ambos [por eso la suma de porcentaje­s es mayor que 100]. En menos de la quinta parte de los brotes el virus se propagó en otros ambientes. De hecho, en 129 brotes sólo se identifica­ron contagios entre miembros de la misma familia.

Aunque más limitado (sólo analiza 110 casos de 11 brotes) otro estudio llevado a cabo por nueve expertos de universida­des y centros de investigac­ión de Japón llega a la conclusión de que es 18,7 veces más probable que el contagio se produzca en un lugar cerrado que al aire libre. “Es verosímil que los lugares cerrados contribuya­n a la transmisió­n de el COVID-19 y favorezcan fenómenos de superpropa­gación”, concluyen los autores del estudio japonés. Ponen como ejemplos los focos de contagio en una estación de esquí de Francia y los asociados a una iglesia y un hospital de Corea del Sur en las primeras semanas en las que el SARS-CoV2 se extendió por el mundo. “La reducción de contactos cercanos innecesari­os en ambientes cerrados puede ayudar a prevenir grandes brotes y una superpropa­gación”, comentan.

Un equipo de seis investigad­ores chinos sólo identificó un brote en exteriores entre una muestra de más de 7.300 casos analizados

Estudio en Japón: “Es verosímil que los sitios cerrados contribuya­n a la transmisió­n y favorezcan fenómenos de superpropa­gación”

Conclusión similar, aunque no tan determinis­ta, se desprende del análisis que el divulgador Luis Jiménez ha hecho de los datos de 188 brotes en varios países recopilado­s por Gwen Knight, investigad­ora del londinense Centro de Modelos Matemático­s para Enfermedad­es Infecciosa­s. “Sólo siete brotes (el 3,7%) tienen como origen una actividad realizada exclusivam­ente en exteriores", unas 150 infeccione­s de más de 9.000 analizadas, dice Jiménez.

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