Medio Madrid es
El equipo de Zidane despachó al Eibar en un gran primer tiempo ● Luego ahorró combustible
Medio depósito le bastó al Madrid para liquidar aritméticamente al Eibar en su primer partido en el Di Stéfano, un escenario para el ensayo que le quitó solemnidad al duelo. Futbolísticamente la distancia fue menor, pero el grupo de Mendilibar ofrece mejor organización que definición. El Madrid se aseguró el sobresaliente en puntería y se solazó con el regreso de Hazard, con apariencia de fichaje de primavera. Benzema y Modric fueron sus mejores acompañantes, en un partido de más a menos muy condicionado por el madrugador gol de Kroos.
Con diez clásicos y Rodrygo reingresó en la competición el Madrid. Nadie tiene más fresco el Di Stéfano que el brasileño, que inauguró la mudanza: hizo un corto pero inesperado viaje de vuelta al Castilla en febrero tras seis ausencias consecutivas en LaLiga. En cualquier caso, Zidane maneja más datos que nadie de la cuarentena, desde el jardín de la casa de cada uno, donde empezó todo, a la desescalada en Valdebebas. Todavía hoy Rodrygo es el tercer goleador de la plantilla, registro que habla mal de la cadena de producción del grupo, y por ahí se explicaría su titularidad, aunque el Madrid estuvo mucho más cerca de su historia de lo habitual: un pegada demoledora, tantas veces por encima de su juego. También regresó Hazard, el príncipe heredero, el casi Messi, en su segunda vida, con señales prometedoras. No queda rastro de sus fisuras ni de la holganza del pasado verano.
Al otro lado quedó un Eibar sin fortuna, reformadísimo en nombres y casi nada en intenciones: presión de castigo hasta el área del Madrid y defensa muy adelantada, casi suicida cuando el invasor es una potencia mundial. Siempre fue un equipo más molesto por atrevido que por precavido.
Sin cometer una equivocación, se vio pronto patas arriba. Rechazó una pelota a una esquina del área que, en el mejor de los casos, invitaba a otro envío a la cazuela y de primeras colocó Kroos la pelota en la escuadra con precisión quirúrgica y ninguna violencia en el golpeo. Un golazo.
También una genialidad sobre la que se acostó un Madrid al ritmo que le dio intermitentemente Modric, el mejor afinado en el retorno, aunque el resto tampoco mostró síntomas de pobreza energética ante un Eibar esforzado, crecido a ratos, pero con la falta de filo que le tiene con la soga en el cuello.
Su falta de precauciones acabó matándole en una contra capicúa que inició y culminó Ramos, tras maniobra de eliminación de Benzema y regalo de Hazard para que el sevillano se gustase a meta vacía. La puerta de servicio lleva abierta en el Eibar desde el inicio de temporada. Y además, su fútbol norteño, al que Mendilibar pretende quitarle contaminantes, pierde mucho en cuanto pisa la meseta. Necesita a Ipurua más de lo que supone.