AS (Valencia)

Unai Simón

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Si San Mamés abrigaba el último salvavidas para Rubi, un eterno supervivie­nte hasta el punto de parecer indestruct­ible, su plantilla se encargó de lanzarlo al mar en el minuto 6. La estocada al técnico verdiblanc­o puede ser definitiva. Su equipo tiene juego pero de sangre anda muy justito. La defensa es blandísima y un descuido, protagoniz­ado por Bartra, decantó el encuentro. Rubi, que lucía un gran vendaje en el brazo, sigue en las catacumbas y tal vez ya no salga de ahí. No le quedan coartadas.

El Athletic lo tenía claro: arrancó intenso, madrugador. Parecían marines en el patio de un colegio. Porque los sevillanos eso eran, unos muchachos amigables en defensa y sin ninguna pegada arriba.

Rubi lo intentó con un 4-4-2, con Canales y Lainez (de vuelta al campo en donde debutó en Primera, el año pasado) por las bandas y con su poca defensa mandado recados a los pobres laterales Emerson y Pedraza. Si ya marcaron los bilbaínos territorio en el primer tramo, el broche fue puro frenesí, una vez que el Betis sacó algo de orgullo. Unai Simón emergió como la estrella que empieza a ser, con un paradón a Fekir de falta. Antes actuó en dos tiempos en una acción embarullad­a en la que sacó el balón justo de la raya, pero Íñigo Martínez puso los tacos en la rodilla de Fekir y el árbitro chequeó el penalti a través del VAR. Canales, de lo poco salvable en los visitantes, culminó su amarga tarde lanzando alto, aturdido cuando a través de sus rayos x percibió en la carrera que Simón se lanzaba al lado que había elegido.

Sin tiempo para respirar, Villalibre remató de espuela en

Pena máxima

El árbitro revisó una entrada de Martínez con los tacos en la rodilla de Fekir

el área contraria. Fue una tarde de tacones, ya que así se abrió la lata, con una falta que recibió sin marca Córdoba y que centró para el remate con su aguijón Íñigo Martínez, su primer tanto como león. Ya metió una obra de arte al Betis desde campo propio con la Real.

Tras el gol, los rojiblanco­s se confinaron en su campo. El calor y todo este tiempo atípico aconsejaba­n atrinchera­rse al equipo cerca de su área. Raúl García cabeceó al larguero tras un leve empujón a Pedraza y Unai Simón le sacó una mano prodigiosa a Borja Iglesias. En la segunda parte dio un pequeño paso adelante el Betis, pero no es que aportara la sensación de un peligro mortal.

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