AS (Valencia)

Hamilton los pone en su sitio

- JESÚS BALSEIRO

Muchas ilusiones en la parrilla, con Sainz partiendo tercero y Verstappen iniciando la rebelión, pero este Mercedes W11 juega en su liga y el McLaren, desgraciad­amente, también. Desde la pole, Hamilton ordenó el desastre de la semana pasada y venció sin oposición el GP de Estiria por delante de su compañero, Bottas. El finlandés pasó calor a tres vueltas del final, cuando alcanzó a Mad Max con una ventaja de gomas enorme y tuvo que trabajarse el adelantami­ento. La diferencia era tan grande que, a pesar de un domingo pírrico de Verstappen, aspirando a la victoria sin medios, terminó superándol­e. El neerlandés acabó tercero en el podio sobre el asfalto de Red Bull Ring. Mientas Sainz no pudo ver ni de lejos esas luchas, porque el coche naranja no está con los grandes cuando sale el sol y el equipo, esta vez, no ayudó.

La salida de Hamilton fue tan fulgurante como su vuelta bajo la lluvia y no dio opción a nada. Sainz lo intentó contra Verstappen y se asomó en un par de ocasiones, pero la máxima potencia del motor Honda cerró cualquier puerta y el madrileño tuvo que desistir porque esa no es su pelea. También cedió pronto la plaza al Mercedes de Bottas y el Red Bull de Albon, coches grandes.

Mientras tanto, los Ferrari se noqueban a sí mismos en la primera vuelta con otro accidente como el de Brasil. Leclerc fue demasiado optimista en la aproximaci­ón a la Curva 3 y se subió encima del coche de Vettel, rompiendo el alerón trasero. El alemán (“No sé quién ha sido”, dijo por radio) llegó al garaje y se bajó del coche. Un par de vueltas más tarde hizo lo propio Charles, con daños irreparabl­es en el fondo plano. Después de una clasificac­ión indigna, una carrera más lamentable aún. El monegasco asumió la culpa y así se lo dijo al tetracampe­ón.

Antes de cumplirse el ecuador de la carrera, preciosa pelea en la zona media entre los dos Renault que, después de mucho intentarlo, se llevó Ricciardo, con neumáticos intermedio­s al contrario que sus rivales. No le ayudó en nada su equipo, algo tendrá que ver que se marcha a final de año, pero terminó pasando a un correoso Ocon. El francés abandonó más tarde por avería mecánica. Tras ellos, intensa lucha también la de los Racing Point adelantand­o con suma facilidad a la otra mitad de la parrilla. Norris y Gasly, en particular, les duraron poco a Stroll y Pérez.

Triunfo del británico, seguido de Bottas, y tercero de un pírrico Verstappen. Mal día para Sainz, 9º, tras un error de su equipo. Show de Checo Pérez, 6º

Traca final. A la hora de cambiar neumáticos, Hamilton, Verstappen y Bottas, separados cada uno por cinco segundos, siguieron la estrategia lógica y pararon en ventanas similares. Así que, lógicament­e, todo siguió igual durante otro buen rato. Lewis sólo tenía que gestionar una carrera bastante plácida desde su púlpito. Detrás, el finlandés guardaba cierta ventaja de gomas para apretar al final (efectuó el pit stop diez vueltas más tarde). Es lo que hizo.

Fue precisamen­te en el pit lane donde se arruinó la carrera de Sainz, quien perdió todas sus opciones de liderar la zona media. Su parada fue pésima, de siete segundos, porque se atascó la rueda trasera izquierda. Además salió en tráfico, teniendo que adelantar a los Haas y los Alfa Romeo, y perdió aún más tiempo. Ricciardo y Stroll le ganaron la posición con ese lance y también Checo, que le adelantó con clase en la Curva 6.

Gesta de Pérez. El mexicano, simplement­e, se salió en todas sus maniobras y pasó también a su compañero por fuera en la Curva 4. Luego fue a por RIcciardo y no le aguantó ni medio asalto, y después se quedó pegado a Albon. Cuánto talento, y qué bueno es también ese coche rosa que se mueve como un Mercedes, pero dicen que no es un Mercedes. Ahí está el nuevo rey de la clase media. En el polo opuesto, Sainz perdió la frescura de sus gomas con tantas peleas en las que nunca debió estar (sin el error en los boxes, debió acabar delante de Ricciardo) y terminó noveno con el consuelo de la vuelta rápida. Que no, no es consuelo.

En la recta final, aparte de una defensa extraordin­aria de Verstappen (le devolvió el adelantami­ento por fuera) sobre Bottas que terminó culminando el finlandés, fue Norris quien pescó en río revuelto. Stroll tocó a Ricciardo y Pérez se quedó sin neumáticos y con un alerón roto por meterse con Red Bull. Entonces el británico de McLaren, muy listo, llegó y les pasó a todos en la última vuelta. Saltaron chispas hasta el final en la zona más igualada de la parrilla. Delante no, delante estaba Hamilton más solo que la una. El séptimo está más cerca que ayer. Gran triunfo, puño en alto, como símbolo del Black Power que él encarna.

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Lewis Hamilton, con el Mercedes durante la carrera del GP de Estiria, ayer en Red Bull Ring.
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