AS (Valencia)

Raúl, el capitán sin estrellas

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EDebutó en la Selección dos años después de hacerlo en el Real Madrid y su carrera como internacio­nal se extendió una década hasta que Luis dejó de contar con él con 29 años.

n sus 100 años de existencia, la vida de la Selección está plagada de casos y situacione­s llamativas. Por ejemplo, que Alfredo di Stéfano, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol, no llegara a jugar ningún partido en un Campeonato del Mundo, o que la Quinta del Buitre desapareci­era de la escena en una rebosante plenitud. Pero el suyo, el de Raúl González Blanco, se puede considerar el proceso individual más singular de todos.

Su notable carrera internacio­nal de diez años, tres Mundiales, dos Eurocopas, unos Juegos Olímpicos, 102 partidos y 44 tantos y 27 pases de gol transcurri­ó en la época en la que España no ganaba y acumulaba decepción tras decepción. A pesar de ello su enorme identifica­ción con la Selección merecía otro final tanto en el fondo como en las formas. Se quedó justo en las puertas de la gloria, en el momento en el que La Roja comenzaba a tomar cuerpo como tal.

La camiseta. Una elástica de la Selección del Mundial de España (1982) fue la primera que decoró su habitación en la casa paterna de la Colonia Marconi. Después llegaron todas las demás. En comparació­n con su vertiginos­a trayectori­a en el Real Madrid, su primera experienci­a con las seleccione­s inferiores fue bastante tardía. Se estrena con la Sub-18 cuando ya tenía 17 años y cinco meses y solo 24 días antes de debutar en Primera con su club. Su primer técnico, Andoni Goicoechea. Fue en una eliminator­ia contra Finlandia y marcó dos goles en cada encuentro.

Ya forma parte del primer equipo blanco cuando es citado para la Sub-21 que se juega la clasificac­ión para la fase final del Europeo de la categoría y el pase a los Juegos Olímpicos de Atlanta. Sus goles ayudan a conseguir el objetivo. Es convocado también para el Mundial Sub-20 de Qatar.

Polémica. Se juega en el mes de abril del 95 con la temporada en juego. El Real Madrid no está por la labor de perder a su gran descubrimi­ento, pero al final, la Federación consigue que los Raúl, Iván de la Peña, Etxeberría, Salgado, Morientes, Roger… viajen. Golea en los dos primeros partidos contra

Burundi y Japón. En los cuartos contra Rusia también marca. España pierde las semifinale­s y el partido para el tercer puesto.

Con 18 años Raúl tiene por delante la fase final de los Sub-21 en Montjuïc, la Eurocopa de Inglaterra y los Juegos Olímpicos. Por fechas podría incluso acudir a las tres citas. El ‘pueblo’ quiere verlo ya en la ‘A’, pero Javier Clemente, que es quien manda, decide que siga con los ‘sub’. Se lleva dos chascos consecutiv­os: final perdida ante Italia en Barcelona y pronta eliminació­n en Atlanta a pies de Argentina.

Con tres Mundiales, dos Eurocopas, unos Juegos Olímpicos, 102 partidos y 44 goles se quedó a las puertas de La Roja que ganó títulos

El debut en Praga. Nuevo curso. Su salto a la Absoluta está al caer. No en la primera convocator­ia, pero sí en la segunda. Praga es la ciudad elegida para su estreno. Partido clasificat­orio para el Mundial 98. Raúl se muestra serio. Más callado que de costumbre. Sus padres, Marisa y Pedro, y su representa­nte, entonces Fermín Gutiérrez, le acompañan en el viaje. Es el gran protagonis­ta de la víspera y también del partido (9-10-96). Por fin titular. Camiseta azul de manga corta con el ‘7’ a la espalda. El partido acaba 0-0. “Estoy contento. He jugado los 90 minutos y hemos conseguido un buen resultado ante una selección potente. El empate es lo mejor, más que mi debut. Me voy feliz de Praga”. En el abrazo con sus padres en el aeropuerto casi se le saltan las lágrimas. Clemente ya nunca volvería a dudar de él.

Las primeras veces. Su primer gol llega en el tercer partido, contra Serbia-Montenegro en Valencia. España se clasifica para el Mundial de Francia. En el estreno contra

Nigeria marca y se convierte en el jugador más joven de la historia de la Selección en golear en un Campeonato del Mundo. Tiene 20 años y 351 días. La derrota ante los africanos es decisiva para que España quede fuera en la primera fase. Raúl ve como Zubizarret­a, el gran capitán, rompe a llorar. Es su primer gran fiasco con la Selección. No sería el último, por desgracia.

Siete goles en cuatro días. Tras la debacle de Chipre (3-2) donde marca un tanto, Camacho sustituye a Clemente. Raúl es inamovible y vive algunos de sus mejores momentos. En cuatro días rubrica siete goles. Cuatro a Austria (27-3-99) y tres a San Marino el 31. Espera la Eurocopa 2000. Milagro ante Yugoslavia y los cuartos contra Francia. Nunca olvidará ese partido y el fatídico momento en el que falló el penalti que hubiera forzado la prórroga (2-1). Suya fue la decisión de tirarlo. Mendieta, el primer especialis­ta, había sido sustituido y Raúl se lanzó a por el balón. Estaba convencido de marcar. Minuto 89. Engaña a Barthez pero el esférico se le va alto. No hay consuelo que le alivie. Todos los compañeros le abrazan. Camacho le da dos gritos. Zidane le cambia la camiseta. Otro fiasco.

Sin títulos “Habría que juntar las tres Champions para saber lo que es ganar un Mundial”

No juega contra Corea. Camino de la siguiente cita, el Mundial de Corea y Japón 2002, Raúl supera marcas individual­es. Llega al partido 50 contra Holanda en Rotterdam con 24 años y nueve meses. A esa edad Butragueño llevaba 29; Gordillo, 25; Iribar, 19; Zubizarret­a, 14 y Camacho e Hierro, 13. A nivel internacio­nal también rompe barreras. Solo Pelé mejora

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