AS (Valencia)

Messi, también en la revolución

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con el nuevo técnico podía ser satisfacto­rio tras un periodo de reflexión que permitiera al jugador contemplar que se está afrontando un nuevo proyecto.

Consideran que Messi no puede decidir cerrar su etapa en el Barcelona dejando un 2-8 como su último partido y que tras un tiempo de duelo disipará dudas.

El contrato. Dentro de las cuestiones que el propio argentino manifestó a su nuevo entrenador en su primer encuentro está el hecho de que él mismo es consciente de que las condicione­s de su contrato hacen muy difícil su salida.

Messi tiene contrato con el Barcelona hasta el 30 de junio del 2021 y una cláusula de rescisión de 700 millones de euros. Las negociacio­nes para la renovación de su contrato quedaron paralizada­s durante esta primavera porque el jugador empezaba a albergar dudas respecto a su futuro. En enero el jugador será libre de negociar con cualquier club del mundo si no llega antes una renovación y en período electoral no parece demasiado probable que Messi le vaya a regalar esta foto a Josep Maria Bartomeu. Un presidente que queda en una situación más que delicada. Puede pasar a la historia como el presidente al que se le marcharon Neymar y Messi y el que tras un triplete desmontó el equipo más exitoso de la historia del club.

La primera considerac­ión que hay que hacer sobre Messi es que el último partido del mejor jugador de la historia de un club no puede ser un 2-8. Al menos, no debería. Durante muchos años, Messi ha trascendid­o incluso al Barça y eso bien lo ha sabido el club. En el museo, con los títulos (hasta 34 ha llevado a sus vitrinas); y en el banco, con los ingresos. Porque, a día de hoy, qué vale más, la marca Messi o la marca Barça. Sería un interesant­e debate. Con Messi, pues, sólo puede desearse un buen final. Imaginen el que tuvo Iniesta, paseándose aplaudido por los campos de España. Pero este, apoteósico. Porque Messi ha sido y es apoteósico.

Pero ahora tiene 33 años y rendirle pleitesía por todo no es responsabl­e. El Barça ya no puede jugar más solo para Messi porque esa fórmula se ha revelado agotada desde

Liverpool y ha sido humillada en Lisboa. Claro que Messi tiene años de fútbol. Los que quiera. Se ha cuidado hasta el extremo. Todavía hemos visto a Joaquín este año hacer un hat-trick con 39 y dejar ese aroma de jugador irrepetibl­e. Y hoy veremos a Jesús Navas cerca de los 35 tirar centros contra el Inter. Y hasta Silva vuelve con 34 a la Real. No es la edad, es la fórmula. Es el momento de que Messi saque al barcelonis­ta que quienes le conocen dicen que lleva dentro. Que lidere una limpieza, que enseñe a los jóvenes qué significa La Masia y por qué el Barça es mes que un club, que acompañe a la columna vertebral que debe liderar la nueva década azulgrana, que colabore con el ídolo que llega. Que mire a su alrededor. El Barça lleva muchos años mirando a Messi. Como cuando Alba sólo le mira a él desde la izquierda. Pero un Messi más humano también debe mirar al Barça y darle lo que necesita sin dejar de ser el número uno. Quién mejor que Messi para, ahora que parece que arranca una revolución, liderarla. Así también se es grande.

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Leo Messi, tendido en el césped del Estadio da Luz en el triste partido de la derrota ante el Bayern de Múnich.
Imagen de un entrenamie­nto. Leo Messi, tendido en el césped del Estadio da Luz en el triste partido de la derrota ante el Bayern de Múnich.
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