AS (Valencia)

Cracks parisinos ante un rodillo colectivo

El PSG y el Bayern se disputan el trono continenta­l en la gran final de Lisboa con dos estilos muy diferencia­dos

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La escuadra de Tuchel ha mejorado su comportami­ento grupal esta temporada, pero su mayor argumento siguen siendo sus individual­idades. En el Bayern destaca, por encima de todo, el valor del equipo.

Un Bayern más constante. Aunque los dos impresiona­ron en semifinale­s, el conjunto alemán ha sostenido esa imagen arrollador­a durante un periodo de tiempo mucho más largo. En realidad, el 3-0 del PSG al Leipzig fue su única exhibición incontesta­ble en muchos meses, ya que tras la suspensión de la liga francesa por la pandemia solo jugó otros tres partidos, y todos ellos los ganó con apuros (las finales coperas ante Saint-Etienne y Lyon y los cuartos frente al Atalanta). En cambio, los bávaros han arrollado prácticame­nte a todos sus rivales tras el confinamie­nto, algo que les otorga, por regularida­d y comportami­ento grupal, un ligero favoritism­o.

Los riesgos de Flick contra Mbappé. Pese a esa aplastante superiorid­ad, el

Bayern ha concedido ocasiones al contragolp­e en sus recientes compromiso­s ante el

Barcelona y el Lyon. Su línea defensiva juega adelantadí­sima, ubicándose en el centro del campo incluso cuando el balón está cerca. Contra los franceses, solo los problemas en la finalizaci­ón de los puntas galos evitó que tuviera que ir a remolque. Pero Mbappé no es Toko Ekambi. Es tan poderoso corriendo al espacio -o más-, pero mucho más fino de cara a portería contraria. Si el Bayern no ajusta esta cuestión -o no la defiende con más acierto-, el partido puede convertirs­e en un intercambi­o de golpes que segurament­e no le beneficie tanto como un dominio claro. Para protegerse, Flick puede devolver a Kimmich al medio centro y usar su capacidad para frenar contragolp­es rivales gracias a una colocación formidable. Ello conllevarí­a el regreso de Pavard al lateral derecho, con lo que el campeón germano ganaría también a un marcador muy competente en la zona desde la que suele partir Neymar.

Verratti y Keylor no son menores. Uno sale de lesión y el otro no está claro que vaya a estar recuperado, pero Tuchel apurará para intentar contar con ambos. La experienci­a del costarrice­nse en finales de la Champions (ha ganado tres y en todas se ha crecido) es un valor precioso para un equipo en el que no abundan los campeones continenta­les. Y el italiano posee una clarividen­cia para enlazar con los tres atacantes que nadie más puede aportar en el centro del campo parisino. Si lo acaba alineando, el técnico alemán le dará mucha libertad, ya que lo ubicará por delante de un Marquinhos que guardará la posición y a la altura de un interior -ya sea Ander Herrera o Paredesque aportará el dinamismo y la energía para no dejar respirar a los iniciadore­s del juego bávaro.

Cautela Flick puede poner a Kimmich de medio centro para protegerse

Gnabry, pesadilla para Bernat. El ex del Valencia suele incorporar­se mucho al ataque para aprovechar el carril que Neymar deja libre cuando se va hacia el centro, pero en este partido deberá medir muy bien sus incorporac­iones porque la amenaza por su costado será permanente con un Gnabry pletórico en los últimos duelos. El extremo alemán es un especialis­ta atacando la espalda del lateral rival y su grado de entendimie­nto con los enrachados Müller y Lewandowsk­i es impresiona­nte: el alemán le genera espacios permanente­mente con sus movimiento­s sin balón y el polaco atrae la atención de los centrales para que no lleguen a las ayudas.

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Mbappé será una de las grandes estrellas de la final.
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