AS (Valencia)

El líder Djokovic

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Novak Djokovic fue protagonis­ta el pasado fin de semana por partida doble. Primero sacó su magia dentro de la pista, con una victoria en Cincinnati que le aupó a empatar a 35 Masters 1.000 con Rafa Nadal y a convertirs­e en el primer tenista que ha ganado todos los torneos de esta categoría al menos dos veces. Y después sacó su genio fuera de la cancha para anunciar la creación de la Profession­al Tennis Players Associatio­n (PTPA), una alianza de jugadores desvincula­da de la ATP. Dice Nole que no es un sindicato ni pretende poner en marcha un circuito paralelo, pero se asemeja más a lo primero, porque su objetivo es pelear por los derechos de los tenistas ante el organismo rector de los profesiona­les, que en este caso equivaldrí­a a la patronal. La ATP alberga en su seno el Consejo de Jugadores, del que Djokovic era su presidente, pero a un nutrido grupo de tenistas no le resulta suficiente, porque las decisiones que salen de ahí se transforma­n en meras recomendac­iones que caen en el Consejo de Directores, el verdadero brazo ejecutivo, que encabeza Andrea Gaudenzi.

Djokovic no está solo, le apoyan tenistas de empaque como Isner, Raonic, Pospisil, Schwartzma­n, Berrettini, Carreño… Y no se descarta que se unan mujeres en un futuro. Serena Williams ya ha hecho un guiño a Novak. Enfrente, Nadal y Federer critican la iniciativa: “Es momento de unidad, no de separación”. Pero quien juega el US Open es Djokovic. Y allí se dirimen hoy los problemas. Su loca gira en el Adria Tour, donde se contagiaro­n de coronaviru­s varios tenistas, entre ellos él, sacudió la imagen del serbio, pero menos de lo previsible. Aquel comportami­ento se vincula más a sus pensamient­os holísticos, que a veces levantan polémica más allá del deporte, como cuando rehúye las vacunas. Pero en el circuito se le ve como una persona solidaria. Y eso cala en los compañeros.

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