AS (Valencia)

Sara García sufre siete horas de calvario

La zamorana tarda ese tiempo en reparar la moto

- V. SERRANO /

Correr un Dakar es para valientes, sobre eso no nadie puede tener dudas. Pero hay algunos participan­tes que lo son especialme­nte porque lo hacen de la forma más peligrosa, en motociclet­a, y además sin contar con asistencia mecánica. Es decir, que son ellos mismos los que tienen que arreglar y poner a punto sus monturas cada jornada, con lo que eso conlleva después de horas y horas subidos a ellas. Por desgracia, lo sabe muy bien Sara García, la zamorana de 32 años que compite en la categoría Original y que tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para cambiar el motor de su Yamaha.

“Habíamos empezado muy bien, pero fue llegar la segunda semana con la etapa maratón y Murphy vino a vernos...”, empieza explicando Sara a AS en el vivac de Neom, para continuar: “Era la única etapa que no teníamos acceso a nuestros recambios y algo le pasó a la caja de cambios de marchas, no podía meter quinta. Me tiré dos días sin ella porque me pasó en el enlace antes de empezar la primera parte de la maratón. Había que sobrevivir y se ha hecho. Ayer reparamos, pero fue bastante duro...”. Tan duro como que tuvo que estar ¡siete horas!

“Tuvimos que sacar el motor del chasis y abrirlo entero para llegar al cambio, un cristo. Fueron siete horas... Barajamos la posibilida­d de dejárselo a la gente de Yamaha para que lo arreglasen ellos aunque me sacasen fuera de la categoría, porque para mí lo más importante es acabar este Dakar. Pero vimos que era factible hacerlo nosotros y nos tiramos a la piscina”, recuerda. Contaron con la ayuda de los mecánicos de Yamaha, pero no podían “tocar el motor”, solo guiarles a ella y a Javi Vega, su pareja y con el que corre el Dakar: “Fue muy duro y tedioso, hay millones de piezas...”.

Accidente. Solo había que verle el rostro y sus movimiento­s para darse cuenta del cansancio que Sara acumula encima, eso sí, sin perder nunca su sonrisa: “Me has ido a preguntar el peor día, porque estoy fatal (ríe)”. Fatal, porque a la paliza del cambio de motor y de la etapa, se sumó una caída: “Un piloto se cayó justo delante de mí y por no atropellar­le, frené y salí por orejas”.

Pese a todo, disfruta en el desierto y solo faltan tres etapas para “rematar el trabajo” y terminar por segunda vez un Dakar. Aún le quedan fuerzas suficiente­s: “Seguro que me recupero, ¡vamos a por ello!”. Una valiente.

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Sara García trabaja en su Yamaha para intentar reparar una avería de la caja de cambios.

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