Repaso al Madrid
El Baskonia se ha acostumbrado a zarandear al Madrid, al menos, en la Euroliga, donde le ha ganado ya en siete de sus doce enfrentamientos históricos, aunque el primero no llegó hasta 2016. No le dio ninguna opción en Vitoria, allá por el 2 de octubre (76-63), y en la vuelta le ha pasado por encima como una apisonadora: 64-84. En días como ayer o como en el triunfo frente al CSKA en Navidad, el TD Systems transmite potencial para tumbar a cualquiera, para meterse en la Final Four y pelearla. Esta vez anuló por completo al Real, incapaz de alcanzar los 20 puntos en ningún cuarto, hasta estremecerlo.
Lo desarmó con defensa, por energía y velocidad, y lo remató con su talento efervescente, el de Vildoza (13 puntos con solo 6 tiros, incluidos triples y bombas de increíble factura), el del eléctrico Henry (10 asistencias), el de Giedraitis (14 tantos) y el de Polonara,
El Baskonia zarandea a los blancos con una exhibición defensiva y de tiro Vildoza, Polonara y Henry, brillantes
22. Un único pero: la rotación se queda corta, quizá de ahí los altibajos en la temporada.
En el Madrid, qué decir, no anda fino y eso no cambia de un día para otro. Incluso contagia al fatigado Tavares. Echa de menos, por sintetizar y atender al corto plazo subsanable, disponer de otro base (Laprovittola) y añora al frenético Carroll.
El mejor resumen de la primera parte no se leía, se miraba, porque era el rostro de Dusko Ivanovic marchándose al vestuario con un notable enfado. La exhibición de su equipo, que por momentos bailó a su rival, había quedado reducida casi a la nada. Del 23-37 al 34-37 en el intermedio. Tres triples (Causeur, Rudy y Alocén) y un par de robos (manos rápidas las de Rodolfo) catapultaron al Madrid: 11-0. Maquillaje exprés, una capa gruesa para tapar un montón de defectos que permitieron al Baskonia volar, casi literalmente. Ritmo altísimo que partía de los errores blancos en ataque.
En la reanudación, un nuevo tirón baskonista con la garra de Polonara, la clase de Vildoza y los pases de Henry para adornar una defensa magnífica. Dos trenes a distinta velocidad.
Tavares, además, recibía un golpe y se marchaba al banquillo cojeando. Cuando volvió, no había pulso: 59-74. Vildoza y Peters lo había hecho saltar por los aires pese a los intentos de Alocén y Abalde de cambiar la inercia. Si la cara de Dusko había sintetizado la primera parte, la de Llull, mordiéndose los dedos y con gesto de preocupación, era un compendio de la segunda. Quedan cinco días para la Copa.