AS (Valencia)

El gol supo a gloria;

Un derechazo de Mendy en el 85' pinta de blanco la eliminator­ia ● La Atalanta jugó con diez desde el 18'

- LUIS NIETO

El Madrid se quedó a medias y se trajo a Valdebebas medianamen­te viva una eliminator­ia que a estas horas no debería estarlo. Cumplió con creces la primera parte del plan, la de no equivocars­e atrás. Lo agradeció Courtois, al que sólo se le cansó la vista. Pero volvió a pinchar arriba, con una delantera inválida de salida y sin remedio en el banquillo, cuando todo le fue de cara. Ante un rival que jugó tres cuartas partes del partido con diez y que no tiene una defensa de la que presumir, se trajo una exigua ventaja con un derechazo lejano de Mendy. Rareza sobre rareza. Es Benzema o la nada. Poca cosa para aguantar con vida en esta jungla.

La Atalanta es un equipo tan insólito como insolente, un aventurero en el calcio, una palmera en la nieve. Su plan es resolverlo todo a tiros donde no hay costumbre y le ha ido estupendam­ente con ese descaro homicida o suicida, según se mire, del recién llegado. Un atrevimien­to que alimenta un patrón de 63 años, Gasperini, con el optimismo de un cadete. "Ganamos o aprendemos", es su lema. El negacionis­mo de la derrota. Esa ola de entusiasmo topó con un Madrid con muletas, privado de sus más reputadas figuras, obligado a jugar con lo puesto, con tres grandes centrocamp­istas y un portero para hacerse cargo de todo el negocio mientras los médicos recomponen la plantilla para la vuelta.

Y en Valdebebas pensó también Zidane metiendo a Isco como ariete simulado. Al francés le sirvieron 24 minutos potables del malagueño en Zorrilla para limpiarse a Mariano. Cualquier excusa le parece buena para sacar del once a un nueve que nunca fue de su gusto. En tres meses y medio Isco sólo había sido titular en el despiporre de Alcoy, pero para sortear esa primera presión-tenaza, casi individual, de la Atalanta se precisaban jugadores de buen pie y eso sí lo conserva.

Los italianos no cambiaron la partitura. Su primera ocasión fue un cabezazo en grado de tentativa de Gosens, su kilométric­o lateral izquierdo. Ese es su fuerte: estirar las bandas, robar alto y pronto, meterle marcha al asunto. La contramedi­da del Madrid tuvo lógica: pelota, pelota y pelota. El plan era alargar las posesiones para quitarle fuego a la Atalanta, que a la entrada al estadio fue recibido entre bengalas por un grupo de aficionado­s, soporte incompatib­le con la pandemia. Menos aquí, zona cero de la primera ola.

Y fue un atracón de pases del Madrid lo que cambió el encuentro. Tocó y tocó el equipo blanco hasta que Vinicius encontró a Mendy y Freuler le derribó cuando enfilaba a Gollini. Vio el suizo una roja exagerada por una acción mucho menos punible que la que antes había

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Al Real Madrid le costó mucho encontrar la manera de marcar a la Atalanta y tuvo que ser Mendy el que marcase al final, con un derechazo.
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