El último problema de Erdogan
El equipo del presidente de Turquía ha pasado de jugar la Champions a estar en puestos de descenso
Hace poco más de seis meses, el Basaksehir hacía historia al celebrar la conquista de su primera Superliga turca. La fiesta fue liderada por su más conocido aficionado, el presidente Recep Tayyip Erdogan, que celebró en el campo junto a los jugadores un título inédito para el club, fundado en 1990 en un polideportivo municipal y que, con el apoyo político y económico de Erdogan y sus aliados, pasó de la categoría regional a ser el campeón de Primera División en tan sólo siete años.
Dicho título le llevó a disputar la Champions esta temporada, compartiendo grupo con el PSG, Leipzig y Manchester United. El equipo de Estambul llegó a soñar con alcanzar los octavos tras una sorprendente victoria en casa ante el gigante inglés (2-1). Pero, desde entonces, el guión de la película ha cambiado totalmente. El club que fue tan importante para Erdogan como arma de propaganda política (lleva los colores naranja, azul y blanco, los del partido gobernante) se hundió y ahora está en puestos de descenso. Con cinco derrotas ligueras seguidas y nueve partidos sin vencer, el equipo suma 24 puntos en 25 jornadas y sólo el colista, el Gençerbirbirligi, ha encajado más goles (45 por 44).
La crisis deportiva del Basaksehir es el último de los
Despegue El club pasó en siete años de Regional a campeón de Primera
muchos problemas de Erdogan y coincide con uno de los momentos más complicados desde que fue proclamado presidente de Turquía en 2014. Su partido ha perdido apoyos en el interior del país, sobre todo tras la dura derrota en las últimas elecciones municipales, y el cansancio de cierta parte de la población, especialmente de los jóvenes, empieza a pesarle demasiado. Sus políticas autoritarias y cada vez más radicales han llevado al país a una situación económica muy adversa.