AS (Valencia)

“De otra forma los madridista­s vamos a ganar”

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—¿Qué lo llevó al fútbol?

—El patio del colegio, con ocho años. Nos llevaban un domingo al Metropolit­ano y al otro a Chamartín. No olvidaré nunca al final del domingo la retahíla de los resultados. Era el anuncio de la tristeza de que el lunes ya estaba allí. Había un cura que ponía la radio cuando íbamos a cenar. De adolescent­e jugaba en el Clesa, de blanco, como tiene que ser. Competíamo­s con otras empresas. Ahí me hice del Madrid. Era un poco del Bilbao, como casi todos, pero a esa edad pensábamos en fichar por los juveniles del Madrid. —¿Qué le transmitía la pertenenci­a al Real Madrid?

—La fascinació­n de los nombres. Un compañero uruguayo que se llamaba Arguedas me hablaba de los nombres. Amancio asomaba por ahí. Ya era historia Di Stéfano. Esos nombres alcanzaban una resonancia mítica, como los héroes de los Cantares de Gesta… Los idealizaba: eran maravillos­os. En mi pueblo, Alburquerq­ue, mi padre me hacía retransmit­ir partidos, ¡y tenía ocho o nueve años! Me metía en la alacena, porque me daba vergüenza, y me inventaba los pases de Di Stéfano y los disparos de Puskas… ¡Y todos me aplaudían, orgullosos! ¡Rial, Kopa, Santamaría… todo eso era la leche!

—¿Percibió que el fútbol era de perder y ganar, de envidiar o congratula­rse? —Eso ya fue un poco más tarde. Me dediqué a la guitarra y a otras farándulas y dejé el fútbol a un lado… En casa no había televisión. Pero me acuerdo cuando en el 66 el Madrid ganó la Sexta. 2-1 al Partizán de Belgrado. Araquistai­n porque Betancort estaba lesionado. Sanchís, De Felipe, Pachín, Velázquez, estaba Pirri, claro, estaba Zoco, y al frente Amancio, Serena, Grosso y Gento… Amancio ha sido de los grandes del Madrid, y no recuerdo por qué ahora está tan olvidado. ¡Fue el verdadero sucesor de Di Stéfano! ¡Una clase, una elegancia! Lo llamaban El Brujo, y era en efecto un brujo.

—¿Cómo vivió las despedidas de los grandes de su equipo?

—Con mucho cariño. La llamada generación Ye-yé, con mucha nostalgia. Seguía sus vidas. Pirri se casó con Sonia Bruno, Zoco se casó con María Ostiz… Uno de aquellos años me encontré en Atocha con Velázquez. Iba paseando, estuve a punto de decirle qué feliz me había hecho. Era tan elegante, cómo jugaba ese hombre. Y me acuerdo de los dos primeros extranjero­s: Netzer, Óscar Mas… Todos están incorporad­os como personajes de novelas maravillos­as.

—¿Reacciona ante la victoria y la derrota de la misma forma, como aconseja Rudyard Kipling?

—No, en absoluto. ¡Ni yo, ni tú ni nadie! Ha habido derrotas que me han dolido para siempre, como aquellas Ligas que perdimos en Tenerife. Afortunada­mente esas penas pasan pronto, pero hay días muy jodidos. De tomar tranquiliz­antes.

—¿Cómo es su relación con el Barça? El sábado quieren que usted pierda, personalme­nte…

—¡No creo que quieran que pierda yo! A la hora de jugar, claro, la amistad queda entre paréntesis… ¡Es un juego! Además, está la masa, las peleas, y eso no me gusta nada… ¿Este partido? Lo veo con cierta calma: los madridista­s vamos a ganar de cualquier manera. Si ganamos, pues mira qué bien. Y si perdemos… Pues también bien: tenemos que renovar el equipo, nuevo entrenador, nuevos jugadores. ¡Un verano muy prometedor! ¡Un nuevo ciclo! Todos los futboleros tenemos un momento en que decimos: “¡Mejor haber perdido!” ¡Y cómo vamos a echar de menos a los Modric, los Kroos, los Ramos…! Los futboleros no cumplimos años, siempre vivimos ansiando y luego extrañando a los héroes. Somos los niños que fuimos, sobre todo en el fútbol.

A sus 72 años, el autor de ‘El balcón en invierno’ o ‘Lluvia fina’ mantiene por el fútbol la pasión que tuvo en la infancia y analiza el Clásico, vértice de su temporada

Amancio

“No recuerdo por qué está olvidado. ¡Fue el sucesor de Di Stéfano!”

Nuevo ciclo “Todos los futboleros decimos alguna vez: ‘Mejor haber perdido”

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Luis Landero posa durante una entrevista.

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