AS (Valencia)

También es ganar

Intervenci­ones decisivas de Courtois ● Partido excepciona­l de los interinos Nacho y Militao ● Benzema tuvo la victoria

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centrales de Klopp. Fue un manoseo de la pelota sin darle una preocupaci­ón al Liverpool hasta la irrupción de Benzema, que con el único auxilio de su ciencia fue inventando recortes en el área hasta estrellar su disparo en el palo. El francés se siente capaz de todo. Fue la primera vez que el Madrid dejó de mirar el reloj para mirar a Alisson.

El Liverpool, sin la pelota, perdió el factor sorpresa, más allá del revoloteo permanente de Salah, su único volcán verdaderam­ente activo, y de esa facilidad para penalizar las pérdidas del rival. Ese punto, mitad estratégic­o mitad emocional, fue la gran aportación de Klopp para el despegue de un equipo con un largo declive en la mochila. En el juego posicional, sin embargo, es menos ocurrente.

Con todo, camino del descanso, retomó el estruendo de los primeros minutos, pisó el área y tuvo dos buenas ocasiones, erradas por

Salah y Wijnaldum. El Madrid, en esa primera parte estuvo sobresalie­nte en temple y cerca del suspenso en las llegadas, que resultan disuasoria­s cuando el enemigo aprieta. Así que se vio moderadame­nte aculado en la portería de Courtois. Ese progresivo cautiverio del Madrid se acentuó a la vuelta de vestuario, cuando el Liverpool le metió más nervio a su presión. En tres minutos, Firmino tuvo dos buenas opciones dentro del área. Courtois le tapó un primer disparo y metió después mal la cabeza a un centro desde la derecha. Echó de menos en esa acometida el rugido de Anfield, una grada que hasta remata córners.

Cuando amainó por segunda vez, Klopp buscó la agitación en el banquillo. Thiago, para mejorar el riego; Diogo Jota por un central para acobardar al Madrid, con Fabinho en el eje de la zaga. A Zidane no le quedaba demasiado para responder y mantuvo a su fatigado once, que sólo había amenazado con una llegada de Mendy, cuyo centro, en medio de una marea roja, no llegó a un Benzema que ya se relamía, y con un esprint que ganó Vinicius, al que un control largo de cabeza le dejó sin opciones para la vaselina sobre Alisson. El Madrid se excedía en su contención y a menudo se vio en un lío con esa defensa de acumulació­n casi en área propia. Corría el equipo de Zidane el riesgo de verse abatido por una bala perdida. De dos le salvó Militao, otra vez impecable, como Nacho.

El técnico francés vio otra vez al equipo al límite. Kroos sacó bandera blanca y no le quedó ya otro remedio que meter a Odriozola. También se marchó Vinicius, que no encontró por donde colarse. Con todo perdido, el Liverpool ya no miró a su espalda y el Madrid tuvo hasta la victoria en un cabezazo franco de Benzema, que pifió al picarlo, pero el partido se quedó a cero. El número perfecto para un Madrid levantado de atrás hacia adelante. Empezando por el mejor Courtois y acabando por Zidane, a menudo ninguneado, al que el tiempo convertirá en eterno.

REPORTAJE GRÁFICO AGENCIAS

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