Hay mimbres para no ser un Atleti de dos caras
Sólo habían pasado diez minutos y el Atlético había demostrado que su puesta en escena en San Mamés no se repetiría. La imagen fue ambiciosa, no dejando respirar a los de Escribá. Con Kondogbia abarcando mucho campo y dándole fluidez al juego, demostraba más dinamismo que en partidos anteriores. Fue el francés la gran noticia rojiblanca. Sus anticipaciones en la presión y en los rechaces le hicieron dominar esa parcela y la pelota le llegaba más rápida y en ventaja a los Lemar, Carrasco y Llorente, que sonreían ante la posibilidad de divisar el borde del área rival bien cerquita.
Los optimistas esperábamos el segundo tiempo para ver de nuevo esas intenciones. Creo que se tienen que aprovechar más los cinco cambios. Tener, esta vez sí, un maravilloso plan B nos hacía albergar la esperanza de seguir habitando en campo contrario y, según se fuesen agotando las fuerzas, dar entrada a esos sustitutos de lujo. Eché en falta minutos para Dembélé en el sitio de Suárez y que João Félix salga con los colmillos afilados, que se note que tiene hambre. Quiero ver rebeldía. Pero nuestro gozo en un pozo, no sé si por vértigo, por falta de confianza o porque el Cholo los retrasa, pero los rojiblancos volvieron a opositar para definirse como un equipo de dos caras. Hay mimbres para insistir como en los primeros 45 minutos y buscar más la continuidad.