A Koeman le retiran la respiración asistida
la invitación hasta que Melero fusiló de cabeza a Ter Stegen ante un Sergi Roberto transparente.
No había ni rastro del Barça de la primera parte, que decidió volver a suicidarse por la vía rápida y tres minutos después del primer gol local, en una jugada catastrófica de los culés, Morales empató el partido. El Barça regresaba a su estado ideal, el de la tortura. Lo que quedaba por ver era sí estaría a tiempo de hacerlo. Y ante estas situaciones caóticas, nadie como Dembélé para aparecer en el momento más 3-2 0-2 3-3 insospechado para marcar el tercero que debía servir para que el Barça se impusiera. Pero de nuevo, la capacidad de autodestrucción del Barça es infinita. Toño hizo lo que quiso con Dest y puso un balón a Sergio León que empató el partido con un gol que fue el botón de autodestrucción culé en esta Liga. De todas las maneras de tirar una Liga, el Barça eligió la más dolorosa: la autodestrucción.
REPORTAJE GRÁFICO ALBERTO IRANZO Y DAVID GONZÁLEZ
El Barça ha dejado de existir para LaLiga, y es probable que a Koeman le hayan retirado la respiración asistida que durante casi todo lo que va de año estuvo guardándole un sitio difícil pero no imposible en la gloria. Ahora está en el purgatorio, a un paso exactamente del borde del infierno, donde se ha metido el equipo como si quisiera perder pie entregándose a los contrarios con una candidez que depende de la inepcia lamentable de todas las líneas de juego, incluida la que emana del puesto de mando. Hubo destellos, cómo no, pero los fallos fueron tan abundantes que es probable que ninguno de los futbolistas, excepto ratos de Pedri y de Dembélé, miren para otro lado si mañana se le ocurre al entrenador hacer un visionado de sus lamentables entregas al contrario.
Casi todo lo que pasó no es novedad sino repetición alevosa de errores pausados, ahora intensificados por el fuego fatuo que alimenta los estertores de un campeonato que parecía diseñado para generar cierto estímulo para olvidar la larga agonía de este equipo que todavía no se recupera de su viaje a Lisboa. Hay un elemento psicológico en este duelo, como si enmarañado en aquella derrota el Barça no se haya encontrado capaz nunca de retirarse a limpiarse las heridas sin que éstas sigan poniéndolo al borde de una sima en cuya orilla aceleró esta vez de forma suicida.