AS (Valencia)

El gran impulsor de las dos Copas de Europa

El directivo colaboró durante más de 40 años con la Federación española y promovió la sección de baloncesto en el Real Madrid

- RAQUEL G. SANTOS

Raimundo Saporta nos dejó en febrero de 1997, pero su recuerdo y su aportación al mundo del baloncesto son imborrable­s. Nacido en Constantin­opla (actual Estambul) y criado en París, llegó a Madrid con su familia huyendo de la Segunda Guerra Mundial. En el Liceo francés, donde había estudiado, organizó sus primeros torneos de baloncesto, y lo hizo muy bien, porque llamó la atención de Jesús Querejeta Pavón, por entonces el presidente de la Federación Española de Baloncesto. Cuando cumplió la mayoría de edad (21 años), trabajó como tesorero para la FEB y ocupó después el cargo de vicepresid­ente. Estuvo ligado a ella durante más de cuatro décadas y fue el principal responsabl­e de que España organizara el Eurobasket de 1973, una cita en la que la Selección se colgó la plata continenta­l (la segunda de su historia, 38 años después de la lograda en 1935). También trabajó para que el Mundial de fútbol de 1982 se celebrara en nuestro país.

Mano derecha de Bernabéu.

Saporta conoció a Santiago Bernabéu en 1952, cuando el Real Madrid quiso organizar un campeonato de baloncesto por la celebració­n del 50 aniversari­o del club blanco. El entonces presidente del Real Madrid quedó asombrado con la capacidad de Saporta que, años después, se convirtió en el gran impulsor de la Copa de Europa de fútbol (1956) y de baloncesto (1958), así como de la Liga española de baloncesto, al principio compuesta por seis equipos para ahorrar costes. Felipe Reyes, embajador del Real Madrid, fue el encargado de recoger el balón y la insignia que sirven de homenaje para un directivo sin el que el baloncesto no hubiera alcanzado las cotas actuales.

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Los héroes sobre una cancha. Las leyendas que han copado minutos de radio y televisión, y portadas en la prensa. Ellos son el mundo de los aros, de las canastas y los tapones. Sin embargo, no son su todo. Detrás y delante de ellos hay otros grandes héroes que pasan de puntillas por los ojos de los aficionado­s y del público en general.

Son aquellos que han creado este juego. Aquellos que pensaron qué podía ser el baloncesto, hasta dónde podía llegar este deporte. Imaginaron la luna y la alcanzaron. Son directivos, genios, como Raimundo Saporta y Ernesto Segura de Luna. Mentes adelantada­s a su tiempo que guiaron el devenir de este deporte y que ayer fueron reconocido­s por el baloncesto español con su ingreso en esta segunda promoción del Hall of Fame de la FEB con la colaboraci­ón de este periódico.

Sin Raimundo Saporta, ese sefardita nacido en la antigua Constantin­opla que encontró en España el lugar en el mundo que el mundo le negaba, el Real Madrid no se habría convertido en el gran gigante de las pistas que es. El ogro capaz de competir de tú a tú contra el ‘archienemi­go’ soviético. En el devorador de unas Copas de Europa que estaban solo en su cabeza. Y sin Ernesto Segura de Luna, aquel abogado que acabó en las institucio­nes del baloncesto porque su cuñado era el alcalde de Barcelona (cómo es la vida), la Selección no se habría hecho hueco ante las grandes potencias mundiales, la URSS, la antigua Yugoslavia, Italia, Grecia... hasta alcanzar las 40 medallas en 24 años al frente de la FEB. Referentes sin los cuales nada habría sido igual.

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