AS (Valencia)

Piqué, no apto para todos los públicos

- JUAN JIMÉNEZ @juanjimeni­sta

Se va. Piqué vino al fútbol a pasárselo bien. Por eso se retira. Ya lo había hecho una vez. En 2016 anunció que dejaba la Selección. “Han conseguido que pierda la ilusión por venir y aunque en 2018 tendré sólo 31 años, lo dejaré”, dijo después de una polémica estúpida sobre la manga de la camiseta de la Selección, alimentada por estúpidos. Acostumbra­do a ver pasar por la vida supuestos personajes ejemplares de los que luego se descubren las peores miserias, desde las monarquías hasta el deporte, si a uno le dan a elegir se queda con las televisada­s imperfecci­ones de Piqué de las que muchos han hecho una triste forma de vivir.

Relato. A Piqué siempre le ha gustado dar la nota. Lo dijo él mismo en El País en el año 2011. La lectura de esa entrevista de Luis Martín, once años y medio después, resulta interesant­e para conocer al personaje, que entonces estaba en su cima futbolísti­ca. Porque Piqué, sobre todo, ha sido un enorme jugador de fútbol. Y ahí, cuando estás abajo en la hierba, once contra once, da exactament­e igual si has nacido entre pijos de la Bonanova o en Fiorito. Es más, tiene mucha más literatura haberse criado en una villa miseria o en una favela de Río que en el colegio La Salle. Piqué también triunfó en esa jungla de superviven­cia que es el fútbol.

Salió de Barcelona con 17 años para pasarlo “guay”, dijo él, en Mánchester, y eso cuesta lágrimas. Sólo el que se ha ido a esa edad de casa lo sabe y ahí da igual si el bolsillo está vacío o lleno. Es otra cosa. Piqué ha tenido episodios realmente feos por creerse por encima de todo, declaracio­nes a destiempo en las que hería ciertas sensibilid­ades. Lo que pasa es que con Piqué casi todos los episodios han trascendid­o. Otros, en vez de estar mal aparcados, se han subido con el coche a rotondas a deshoras o cosas peores, y nunca lo ha sabido nadie.

Otro estilo. Con Piqué empieza también a marcharse la figura de ‘bon vivant’, tan mitificado en deportista­s de otra época pero que, casualidad o no, se ha visto menos bien con él en estos tiempos de insoportab­le corrección política y mensajes insoportab­lemente insípidos. Sí, a Piqué le gustaba tomarse un whisky si marcaba un 2-0 en el 90’ de un partido que daba acceso a la prórroga y su equipo se clasificab­a. Segurament­e por eso, también, porque Piqué vino aquí a pasárselo bien, el tiempo le haya alcanzado antes que a otros y tiene que marcharse porque ya no daba el nivel. Terminaría diciendo que todos podemos criticar a Piqué, pero no todos podemos ser Piqué. Un personaje no apto para todos los públicos.*

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