El Atlético continúa en caída libre
El equipo rojiblanco firma en Mallorca su quinto partido seguido sin ganar y vuelve a mostrar debilidad defensiva, falta de intensidad y de gol
Si la alegría rejuvenece y la tristeza envejece, el último mes ha cargado de años al aficionado del Atlético. Algo me duele en el alma cuando veo al Atleti jugar’, dice más de uno y de dos. El equipo rojiblanco ha chocado con su iceberg particular y se hunde lentamente sin que nadie sea capaz de remediarlo. En las últimas dos semanas se han evaporado las opciones europeas, quedando fuera de la Champions tras empatar contra el Leverkusen, con penalti incluido, y también de la Europa League con la derrota en Oporto.
Y si en Liga se podía reenganchar arriba, las derrotas ante Cádiz y Mallorca y el empate en casa frente al Espanyol han dado con el equipo fuera de las cuatro primeras posiciones para el parón mundialista. Aquello de si algo puede salir mal saldrá mal siempre tiene un giro de vuelta más en
el Atlético. Y mañana llega la Copa ante el Almazán, equipo de Tercera RFEF que ya levanta la intranquilidad. Mientras se pone en riesgo el futuro económico del club, la sensación en el Atlético es de un día de la marmota constante. Salir contemplativos, fallar atrás, encajar y apretar al final mostrando una enorme falta de definición.
Un Atlético que ha ganado en Mestalla, San Mamés o el Benito Villamarín, pero que se atasca contra los equipos de la parte baja de la tabla. Hay aptitud y puede que falle la actitud, con muchos jugadores pensando en Qatar. Es imposible buscar un único culpable a la situación del Atlético. Desde la planificación deportiva, con un único lateral derecho, cinco delanteros que ponen malas caras al banquillo, pero no hacen goles, un cedido lesionado hasta noviembre... También un Simeone falto de energías e ideas para darle la vuelta a la situación y a unos errores que se repiten partido tras partido. Unos futbolistas muy lejos de su mejor versión y que no muestran intensidad ni mordiente e incluso una afición apagada y lejos del mejor ambiente. El parón llega en un momento de crisis, como ocurrió en la pandemia antes de una mejoría notable tras el tiempo de reflexión. No entrar en la próxima Champions sería una debacle. Eso sí, antes de pensar en Mundiales, parones y mercados invernales, hay que frenar la sangría. Un Almazonazo activaría todas las alertas rojas.