Otra vez por los suelos
Contador se cayó en el sprint final Valverde, tercero, recortó 4”
Vaya añito que lleva Contador! ¡Y vaya añazo se está marcando Valverde! Son la cruz y la cara de los dos referentes del ciclismo español. El madrileño, que ya abandonó el Tour por otro accidente, sufrió una caída en la última curva antes de encarar la meta, en pleno lanzamiento del sprint, y se ha “reventado el costado izquierdo”, en sus propias palabras. El murciano, que disputa su tercera grande de la temporada, entró tercero, atrapó 4 segundos de bonificación y se colocó a 24” del maillot rojo, Atapuma, y 8” por delante de Froome en vísperas de La Camperona.
El final de la etapa estaba situado en ligera pendiente. La carrera ya estaba lanzada, con un Luis León imperial que afrontaba el último kilómetro con Clarke a rueda. El Tinkoff tiraba del pelotón para meter arriba a Contador, para evitar inoportunos cortes. Una vez puestos en faena, el madrileño animó a su compañero Bennati: “Haz la volata”. Bennati ha sido un gran velocista, reconvertido ahora en hombre de equipo. Se clasificó segundo, detrás de Van Genechten. Ahí, en territorio de sprinters, más acostumbrados a estos temerarios contactos, Van der Sande tocó con el hombro a Contador y le propulsó por los suelos. Tras él se formó una montonera que incluyó a Samuel. Al cruzar la meta, el de Pinto se quejó de fuertes dolores, aún en caliente. Mal síntoma en la previa del tríptico integrado por La Camperona, el Naranco y los Lagos.
Ese fue el remate a una última hora trepidante, que se animó gracias a que el Astana aceleró en las cercanías del puerto de Padornelo (7 km, 3,2%). Ahí se desvelaron las intenciones kazajas, con un ataque al unísono de Luis León y Cataldo. Junto a ellos se fueron Brambilla, Clarke y Maté, que ya había estado en otra fuga. Luisle había sido cuarto en Lugo, segundo en Luintra… Y volvió a probar. En los últimos kilómetros dio un recital, con un pulso al pelotón y con Clarke a rueda, que a duras penas podía seguirle. Su iniciativa feneció en el tramo final, allá donde vuelan los velocistas.
Bajas. Hasta entonces la etapa era ideal para una buena siesta, a 37,1 km/h en las tres primeras horas. Una tregua para todos los soldados menos para los heridos de guerra. Hubo un abandono de prestigio: Kwiatkowski, gregario de Froome y un día líder, se bajó con la espalda tocada. También se marchó Bonifazio. Pero quien sufrió un calvario fue Igor Antón, que el día anterior ya perdió 23 minutos por problemas estomacales. En esta jornada de teórica transición tampoco aguantó el ritmo. Omar Fraile, que lucía el dorsal rojo de más combativo del jueves, le prestó su compañía y su aliento. Combativo también en la solidaridad con sus colegas. Llegaron a 17:48, junto a otros coleccionistas de penurias como Battaglin o Koshevoy. Antón ya no es el Antón de antaño, pero esta carrera la había preparado con ilusión.
La retirada de Taaramae, ganador en La Farrapona 2011, fue otra historia. Con la que está cayendo por carencias de seguridad, la información inicial del Katusha hizo saltar la alarma: “Mala suerte para Rein Taaramae. Golpeado por el coche de un director de equipo en carrera. Bicicleta rota. Rein ha abandonado. Él está OK”. La sombra de los bolardos sobrevoló por la Vuelta, aunque esta vez la organización parece fuera de toda responsabilidad.