AS (Valladolid)

El ciclón puntual

Ramos mitifica su figura y el carácter del Madrid con sus goles de última hor a

- SANTIAGO SEGUROLA

Ramos es un futbolista admirable por muchas razones. Una de ellas es su optimismo en los momentos de flojera general. Siempre llega como un ciclón a los momentos en los que se deciden los partidos cruciales y las competicio­nes más prestigios­as. Está hecho a la medida del Madrid.

Las proezas de Ramos en el último minuto de los partidos son tan frecuentes que corren el sorprenden­te riesgo de devaluarse. Es lo que ocurre cuando lo excepciona­l se convierte en cotidiano. El defensa del Real Madrid acude tan puntualmen­te a ganar partidos a última hora, y no partidos cualquiera, que su equipo, los rivales y los aficionado­s comienzan a pensar que es una rutina. No lo es. No importa el número de goles que Ramos anote a última hora desde aquí hasta el final de su carrera, y serán unos cuantos, habrá que admirar su formidable puntualida­d competitiv­a. Llega como un ciclón a los momentos que deciden los partidos cruciales y las competicio­nes más prestigios­as. Sergio Ramos no sólo dispone de una insuperabl­e voluntad competitiv­a, sino que tiene un acusado sentido teatral. Le gustan los focos y el centro del escenario.

Su gol frente al Deportivo tiene unas consecuenc­ias enormes para el Real Madrid y la Liga. El empate hubiera dejado al Barça a cuatro puntos y la considerab­le posibilida­d de rebajar la distancia a un solo punto en la próxima jornada, por el efecto del Mundial de Clubes, que obliga a aplazar un partido al Madrid hasta principios de febrero. No es lo mismo jugar con un punto de ventaja que con cuatro, por virtual que sea la diferencia. Fue un gol a la antigua, como le gusta a él y al Real Madrid, el equipo que mejor se guarda la carta final en los partidos. Cuando no le funciona el juego, y frente al Depor no le funcionó durante la mayor parte del encuentro, el Madrid tira de heroica como nadie. Su derroche de centros y cabezazos anticiparo­n lo que el Bernabéu sospechaba: el gol de Ramos y la victoria.

Ramos es un futbolista admirable por muchas razones. Una de ellas es su optimismo en los momentos de flojera general. Acude al área rival como si le debieran dinero. Y si es en los últimos minutos, sus expectativ­as aumentan exponencia­lmente. Donde a la mayoría de los jugadores les pesa la fatiga y la tensión, a Sergio le parece su escenario natural. No es el primero en la historia del Madrid, pero sí el último eslabón de una cadena que incluye a legendario­s como Di Stéfano, Pirri y Hierro. Si hay algún jugador hecho a la medida del Real Madrid, ése es Ramos. Si hay un jugador que conviene tener más en el equipo propio que en el contrario, también es Ramos.

Es cierto que a veces es proclive al error, o a distraccio­nes insospecha­das en jugadores con tanta experienci­a, aunque algunos de sus problemas proceden de la posición que ocupa. Es el diestro que, contra su perfil, ocupa la zona izquierda del centro de la defensa, destinado además a vigilar el amplio costado que suele dejar abierto Marcelo, el lateral más ofensivo del planeta. En cualquier caso, hay una distancia sideral entre la inmensa contribuci­ón de Sergio Ramos al equipo y los errores que comete. Más problema representa el turbio murmullo que rodea su figura en algunos cuartelill­os mediáticos, adiestrado­s en machacar la reputación de algunos de los jugadores y entrenador­es más importante­s en la historia del Madrid. Por desconcert­ante que parezca, Ramos tiene que luchar en peores condicione­s contra los maliciosos que frente a los mejores rivales del mundo.

Estirpe Es el último eslabón de una cadena que incluye a Di Stéfano, Pirri y Hierro

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