La semana del disparate acabó con el equipo haciendo de paraguas
Siete días de locura que confirman el poder del vestuario
La goleada ante la UD Las Palmas volvió a demostrar cómo de un tiempo a esta parte el equipo ejerce de paraguas de la entidad. La victoria por 5-0 sirvió para poner sordina a siete días caóticos a nivel institucional. Vista en conjunto, la semana del Barça en lo que no afecta al césped produce escalofríos. Vamos a ello.
El domingo se desató una tormenta con las declaraciones de Piqué, que se fue del estadio de La Cerámica haciendo gestos contra Tebas, el presidente de LaLiga; el lunes hubo un plantón a la FIFA por parte de las estrellas culés que el club justificó mediante un comunicado desustanciado; el martes, el máximo ejecutivo de la entidad desató la psicosis general exponiendo su estrategia para acometer la renovación de Messi con el presidente del club sentado a su lado sonriendo sospechosamente. El miércoles hubo partido, con lo que se suponía tregua, pero tras ganar al Athletic, Luis Suárez le puso las peras al cuarto al ejecutivo cambiándole a lo bruto la receta para renovar a Leo (menos sentido común y más acción). No se vayan, que aún hay más: el viernes se desataron las fuerzas del averno cuando en el sorteo de Copa, Gratacós tiró de tópico para hablar otra vez de Messi y a las cinco horas era emplumado mediante comunicado. Con su degradación no sólo se cortaba una cabeza para obsequiar a no se sabe quien, sino que se creaba la falsa imagen de que Messi es un tirano que depura al que diga algo sospechoso cuando, en verdad, el argentino ni se había enterado del embrollo y que cuando lo supo, lo sintió por Gratacós, al que le tiene sincero afecto. La pasada de frenada era épica.
El sábado apareció Bartomeu para tratar de calmar a la parroquia. Puede que no lo consiguiera, pero al menos no complicó la situación, que tal y como andaba el panorama no es poco. La afición no se tranquilizó hasta que el equipo goleó. De nuevo, el equipo haciendo de paraguas. Y así, hasta la próxima. Visto este panorama, no es de extrañar que los jugadores se crean los Reyes del Mambo. Lo son.