El Celta, que continúa eufórico, gana al Leganés
Lemos y Guidetti, de penalti, fueron los goleadores vigueses
El tópico se hizo carne en Butarque. El fútbol es un estado de ánimo. Y el Celta ahora vive en la euforia. Da igual que ayer visitara ojeroso, de resaca, el sur de Madrid. Sin un fútbol brillante, con apenas un par de chispazos se llevó un partido que se antojaba más complejo. Le ayudó un Lega mellado, espeso, indolente.
Empezó la noche con mal augurio. No parecía una velada de fútbol. Un viento toledano dominaba Butarque. Frío y afilado como espadas imperiales transformó el césped en una estepa siberiana. Imposible practicar nada que pareciera balompié sobre su pelada superficie. O eso parecía. Los primeros minutos un Leganés valiente agitó la coctelera con un combinado de juego mixto. Un poco de posesión por aquí. Algo de balón largo por allá. Rubén Pérez sujetaba la batuta tratando que la sintonía sonara. Szymanowski e Insua a punto estuvieron de afinar las gargantas de su parroquia. Fue sólo un amago de canto coral. Duró un cuarto de hora.
Empezó otro deporte. Aquello no era fútbol. Era una reunión de runners persiguiendo una pelota por el placer de correr tras ella. Las ocasiones se esfumaron. El espectáculo, también. Hasta que un insípido saque de banda se paseó por el balcón del área local sin que ningún pepinero lo despejara. Tres toques celtiñas más tarde, Lemos la golpeó a la media vuelta. Gol. Quedaban 12 minutos de primera parte que el Leganés no supo gestionar. Volvió la dictadura del bostezo.
Y así continuó en una segunda parte sin reacción local, con juego ladrador, pero poco mordedor. La dentellada la puso Pione Sisto con una contra fugaz que acabó en filigrana y penalti de Víctor Díaz sobre el hábil extremo céltico. Guidetti transformó con sosiego nórdico, por el centro. Guerrero, a puerta vacía, pudo recortar distancias en el 83’. Falló. No era la noche. Jamás lo fue.
En racha El equipo de Berizzo se llevó el partido en dos chispazos