Los dos equipos se citan a cara de perro...
... y se engañan quienes piensen que se acabó la eliminatoria
Como los gallos.
Es una pelea estimulante para el fútbol. Las dos partes explican lo que son los equipos ideales para sus aficiones. El Barça jugó como si resucitara sensaciones antiguas, de cuando el equipo se comportaba como un conjunto heroico, dispuesto a salvar sus carencias con el arrojo de un jugador en concreto. En un tiempo fue Puyol. Pues anoche ese Puyol fue Mascherano, que cumplió la tarea de identificarse con la misión de dos insustituibles, Busquets e Iniesta. Como éstos no están, el argentino improvisó la efectividad contra la nostalgia.
Y como los niños.
Ese clima del
Barça lo inauguró Luis Suárez con un gol que parecía hecho por un niño: convencido de que podía hacerlo, siguió solo como si fuera Gary Cooper, solo ante el peligro, con su pistola pegada al cuerpo. Pinto, el exguardameta, explotó en Twitter: “¡Paren ese caballo!” Hay milagros así, que protagonizan futbolistas que están por encima de la autosuficiencia: este uruguayo que es un milagro en la delantera azulgrana no es capaz de ajustarse sólo a lo que le piden. Quiere más. Ese gol es el de un niño que no ha perdido la ilusión de ser el mejor del campo.
El toque del Pequeñín, el factor Principito.
Don Luis Suárez, el Balón de Oro de Carrusel que bautizó a Messi como El Pequeñín, dijo que tendrían que haber empatado. Es cierto. El gol de más, el que desempata el partido, es el de Messi. Y Messi es el plus que tiene este Barça. El del Atlético de Madrid se llama Griezmann. El duelo de anoche fue igualado por ambos, pero el Barça marcó dos goles. El buen juego se dividió en dos también. Messi es la diferencia azulgrana. Los dos equipos se esperan ahora a cara de perro. No ha ganado nadie; nunca gana nadie en partidos en los que quedan noventa minutos en los que van a jugar, frente a frente, el Pequeñín y el Principito.
Igualados El duelo fue igualado, pero el gol de más, que desempata, fue de Messi